Es un grave error tratar de eliminar los vehículos con motores de explosión, que queman gasolina o gasoil para circular, con la disculpa de que son la causa de una parte del cambio climático a consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente CO2, producidos en la quema de sus combustibles.
Como dice Javier Armesto (La Voz, 2-12), el motor de explosión es una obra de arte de la ingeniería. El automóvil con motor de explosión es una máquina casi perfecta y ha sido el principal responsable del progreso de la humanidad y de la globalización, al dar apoyo a todo tipo de desplazamientos, complementados con aviones, barcos y trenes.
Creo, sinceramente que, en vez de suprimir los motores de explosión, debería fomentarse y subvencionarse la investigación para encontrar procedimientos eficaces que eliminen o atenúen las emisiones de los gases de combustión, pero nunca jubilar esas maravillas de la tecnología. En el XL Semanal (12-16 diciembre 2021) encontramos una pista: las membranas de grafeno reducen las emisiones de dióxido de carbono.
No se hacia dónde camina la sociedad tratando de electrificar todo, incluso el automóvil. ¿De dónde se va a sacar la electricidad para cargar millones de baterías de los coches eléctricos? ¿Cómo se va a pagar, teniendo en cuenta el precio del MWh? Todavía se está a tiempo de rectificar y dejar con larga vida al motor de explosión.