Natalidad: en China prohibieron las pasantías

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

Andy Wong | Efe

16 dic 2021 . Actualizado a las 09:25 h.

Si uno lee sobre lo que sucederá en China y en España con las pensiones del futuro, se sorprenderá. Por eso es útil y divertido iniciar el domingo con las conversaciones de Javier del Pino y Ramón Lobo.

La jubilación en China es desigual: las mujeres a los 55 años y los hombres cinco años más tarde. Los mayores de 60 años son ya la quinta parte de la población, un 6 por ciento más que hace diez años. Mientras, en ese período la población en edad de trabajar disminuyó un 7 %. También en China el principal fondo de pensiones puede quedar sin dinero en 15 años. Eso significa que los nacidos a finales de los 70 y en los 80, durante la política del hijo único, tendrán que aumentar su contribución al Estado hasta un 25 % de su salario. Una situación semejante a las previsiones para los 14 millones de españoles nacidos entre 1957 y 1977.

Por más que en la base de todo ello nos encontremos con la tasa de fertilidad, que dada la exigente política del hijo único —y el cambio cultural derivado— se sitúa en 1,3 hijos por mujer en China, muy similar a la que tenemos en España (1,2 hijos) y superior a la de Galicia (1,02 hijos).

Un estudio publicado en la revista The Lancet hace un año predice, a través de modelos (con sus incertezas sobre lo real), que la población de China alcanzará un máximo de 1.400 millones en cuatro años, para luego reducirse a 732 millones en el año 2100. Año en el que también prevén una disminución de un 50 % de la población en 23 países, entre ellos España, y cambios en la composición de la población, con más viejos y menos jóvenes, y las graves consecuencias económicas y sociales que ello provoca.

En 1979 China impuso su política del «hijo único», tan controvertida como generadora de profundos cambios culturales. Algo semejante, pero voluntario, a lo descrito en zonas de Ourense ya desde los años 50, donde aún ahora el 60 % de las parejas con hijos solo tienen uno. Una política, en China y en Ourense, que compromete su futuro dada la fuerte caída de la tasa de natalidad, inmigrantes aparte, y que en China se pretendió cambiar en el 2015 con la política de los dos hijos, aumentada ahora a los tres o cuatro.

Pero la realidad, aun en un país estatalizado y sometido, es tozuda y se teme una tragedia demográfica, pues los cambios culturales y la falta de apoyos a la maternidad, a las mujeres, a las familias y a los costes de la crianza, con largos horarios de trabajo y la discriminación de la mujer con hijos, han impedido que la natalidad se incremente, con efectos en el envejecimiento y la disminución de la población trabajadora.

Por ello, el Estado chino, previsor pero no tanto, entre las medidas para potenciar la natalidad —limitada por él mismo— ha incluido una medida extraordinaria: la prohibición de pasantías, o apoyo extraescolar, privado. Floreciente negocio que se llevaba más de la quinta parte de los gastos familiares en la enseñanza extra de los hijos, con sus secuelas de desigualdad y desmotivación de la natalidad. O eso sospechan.