El juego de las sillas

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

Jesús Hellín

13 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hubo una época en que se oía con cierta frecuencia de boca de los políticos la expresión «vocación de servicio». Uno no era político por ambición personal sino por altruismo, como si fuera el doctor Luis Rodríguez o el fotógrafo Alberto Martí con la Cocina Económica. Ahora, claro, ya no. Quedas con dos amigos en un café, y entre los tres arregláis el país. Poco a poco la tertulia crece, y le ponéis un nombre. Vale cualquier cosa: ¿Estados de ánimo? Podemos. ¿Pero cómo podemos? Unidos. ¿Y quiénes somos? Unos ciudadanos. ¿Y como nos sentimos? Mareados. (Aquí hay una variante: ¿Qué queremos? Marear). O buscas un nombre en el diccionario y te quedas con la primera palabra que encuentras, la de la portada: Vox. Y entonces se empieza a tocar poder. Una concejalía de un pueblo, una alcaldía, luego la entrada al parlamento regional, por fin al de Madrid. Y te ves envuelto en una corriente imparable de empleos colaterales, asesores, altos cargos de la Administración, de las empresas públicas, y los bedeles te saludan con exquisita amabilidad. Y, lo mejor, tu cuenta bancaria empieza a engordar. Pero un día... un día pierdes votos y con ellos empleos. Es la ley cruel de las sillas musicales, y empieza la pelea.

Como una jauría de perros sin collar, los compañeros sacan los colmillos y se desgarran unos a otros con furia. Y escriben libros para tirárselos a la cabeza. Y nosotros, los votantes, nos quedamos un poco azarados por haber provocado semejante hecatombe con un papelito de nada.