Díaz acude a San Pedro frente a Pedro

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PUBLICO

OPINIÓN

VATICAN MEDIA

12 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Acostumbrados los dirigentes del PP en su errática forma de hacer oposición a mirar al dedo cuando con este se señala hacia la luna, no han tenido otra ocurrencia, tras conocer la noticia de que Yolanda Díaz iba a viajar al Vaticano a entrevistarse con el papa, que destacar, con tono crítico, que se trataba da una «cumbre comunista». Una auténtica sandez.

Primero, porque es muy dudoso que el papa sea comunista, lo que, aun de darse el caso, constituiría un asunto del propio pontífice y sus fieles. Segundo, porque el hecho de que Díaz esté afiliada al PC es tan legítimo en nuestro país, donde rige una democracia pluralista, como lo es estar afiliado al PP o a cualquier otro partido que respete las reglas del Estado de derecho.

Si en el PP estuvieran pensando en hacer oposición de verdad y no en disparar a bocajarro en cuanto algo se mueve en la maleza, habrían planteado a la opinión pública española el tema políticamente mollar que suscita el viaje de la vicepresidenta al Vaticano, que no es otro que por qué razón lo hace.

Según se ha informado en distintos medios, el gabinete de la vicepresidenta negoció por su cuenta, y sin contar con el resto del Gobierno ni con los servicios diplomáticos, el encuentro entre Díaz y Francisco, lo que da a entender que se trata de un viaje particular (por más que figure en su agenda oficial), que la ministra realiza con la finalidad —parece en ella ya obsesiva—, de estar en el primer plano de la actualidad a cualquier precio, para lo que le sirve lo mismo el papa que le podría valer Putin (es un ejemplo). En ese caso hay que esperar que los gastos del viaje de Díaz al Vaticano hayan corrido de su cuenta, pues no tenemos los españoles porque pagar su promoción mediática ni la de nadie. Para confirmarlo debería comparecer la vicepresidenta segunda en el Congreso.

Algunos dirán que se trata del chocolate del loro, lo que es cierto (aunque muchos chocolates pueden acabar equivaliendo al presupuesto de Suiza, país donde los fabrican con primor). Pero no se trata de eso, sino de algo muy importante en democracia: la indispensable distinción entre lo público y lo privado, confusión que es lo que denominamos corrupción con sobradísimos motivos.

En la referida comparecencia podría resultar que la vicepresidenta segunda haya viajado al Vaticano por cuenta y encargo del Gobierno, en cuyo caso las preguntas a hacer al uno y a la otra no serían menos relevantes: ¿es habitual que de los viajes de los miembros del Gobierno se entere el Ejecutivo por la prensa? ¿Por qué ha ido a ver al sucesor de Pedro la ministra de Trabajo en lugar del que se ocupa de las relaciones entre el Estado y las iglesias? ¿Por qué, si había en tal visita alguna urgencia, no ha ido al Vaticano el propio presidente del Gobierno, pues son los presidentes y no sus ministros los interlocutores habituales del pontífice?

Todas las apuntadas, entre otras, son las cuestiones que tenemos derecho a saber los ciudadanos españoles, aunque este Gobierno nos trate como a súbditos.