El reto del pie diabético

Gonzalo Barros García PODÓLOGO. VOCAL DE LA JUNTA DE GOBIERNO DEL COLEXIO DE PODÓLOGOS DE GALICIA. DOCTOR EN CIENCIAS DE LA SALUD POR LA UDC

OPINIÓN

Ana García

10 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada veinte segundos en algún lugar del mundo una persona sufre una amputación de una pierna como consecuencia de la diabetes. Además, esto reduce la esperanza de vida significativamente siendo, a los cinco años, menor que para muchos cánceres comunes, como el de mama o el colorrectal. Son datos crudos y más aún si tenemos en cuenta que muchas de estas amputaciones podrían evitarse y que su causa, la diabetes, va en aumento en nuestro país y en el mundo.

El pie diabético se produce cuando la diabetes afecta a la circulación y a la sensibilidad del pie, impidiendo que una herida cure. La infección y/o la gangrena complican habitualmente el cuadro que, de no manejarse correctamente, puede acabar en amputación. La puerta de entrada de estos pacientes en el sistema nacional de salud es mayoritariamente a través de atención primaria o urgencias, dependiendo de la gravedad, y desde allí son referidos a distintos especialistas, entrando el paciente en un «peregrinaje» de consulta en consulta sin que nadie coordine qué hacer en cada una de las fases de tratamiento. Es una atención fragmentada. En España, la tasa de amputaciones por pie diabético es mayor que la de muchos de los países de nuestro entorno, incluso doblando la de Reino Unido, Francia, Italia o Irlanda. Es evidente que hay que mejorar esta situación.

Las principales guías internacionales para el tratamiento del pie diabético definen que este se ha de organizar mediante unidades multidisciplinares protocolizadas. También que en ellas debe incluirse al podólogo, ya que existen una serie de competencias en el manejo de los pacientes con pie diabético exclusivas de la profesión podológica, y que actualmente no se están prestando en el sistema nacional de salud.

Aunque a día de hoy existen líneas de trabajo abiertas en el territorio nacional, encaminadas a ofrecer el mejor tratamiento y más precoz cuando aparecen úlceras en los pies de estos pacientes, queda pendiente realizar una implementación general, nacional, protocolizada y estandarizada de unidades multidisciplinares de pie diabético, tal y como tienen otros países referentes en este campo. Esto debería ser en nuestro país un objetivo prioritario ya que se ha demostrado desde hace más de una década que con este tipo de unidades se puede conseguir una disminución de amputaciones de hasta un 40 %. Así pues, las autoridades sanitarias, profesionales de la salud y la sociedad debemos sensibilizarnos del impacto sociosanitario que supone el pie diabético y actuar para reducirlo.