Hacienda juega con las cartas marcadas
OPINIÓN
Los tributos son uno de los motores de las sociedades modernas, pues permiten sufragar las necesidades y servicios esenciales de los ciudadanos. Si bien es cierto que existe un derecho a recaudar para hacer frente a fines tan loables como la redistribución o la solidaridad, no lo es menos que ello debe hacerse en base a unas normas justas, y que, además, estas deben ser aplicadas en base a los principios fundamentales sobre los que se regula nuestro Derecho tributario.
Pero, por desgracia, los que nos dedicamos al asesoramiento fiscal percibimos como prima y se da más realce a las exigencias recaudatorias que a determinados principios constitucionales.
En junio del 2022 los contribuyentes presentaremos el IRPF de este 2021; pues bien, la Administración puede, a partir de ese momento —durante cuatro años—, revisar lo que hemos hecho.
Si pretendes que tu interpretación sobre la norma prevalezca sobre la de la Agencia tributaria tendrás que luchar; luchar en un campo de batalla muy desigual, ya que frente a esa liquidación solo caben dos opciones, pagas y te olvidas, o peleas; pero si luchas vas a tener que pagar igualmente y, si al final tienes la razón, en diez o quince años, el Estado te devolverá —o te devolveremos, no olvidemos que «Hacienda somos todos»— esa cuantía incrementada en los correspondientes intereses de demora.
Ante esta situación se evidencia un enorme desequilibrio. Observamos cómo hay muchos contribuyentes que prefieren renunciar a lo que es su derecho, no reclamando, para no asumir esas relaciones con la Administración tributaria; primero, porque la comprensión de las leyes es inevitablemente compleja; segundo, porque la legislación es cambiante y; tercero, porque en este ámbito todo es susceptible de interpretación.
Aquí «la AEAT juega con las cartas marcadas, se emiten millones de liquidaciones, muchas de ellas por importes que son ‘‘bajos’’, pero solo se impugnan el 2 por mil. La Administración es consciente de que hay un porcentaje muy elevado de sus actos que no se van a discutir, porque sabe que el contribuyente no quiere afrontar los avales, las costas, las tasas y el coste del abogado», recuerda el abogado fiscalista Esaú Alarcón.
Entender, o asumir como ciudadano, que a tu Agencia Tributaria lo único que le interesa es cobrar, no llevar razón, que después pierde, y no tiene ninguna responsabilidad; todo eso te viene de golpe y dices, ¿dónde estoy?