Están solos y enfermos

Juan Simón Torre MÉDICO DE ATENCIÓN PRIMARIA

OPINIÓN

MARCOS MÍGUEZ

03 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay dos tipos de soledad: la buscada y, por tanto, deseada, y la sobrevenida y no querida. A veces busco la mía. En ella doy rienda suelta a la mente. Pierdo la timidez que me contiene y le echo valor a la vida. Porque cuando hay que gritar, grito. Y grito por las lágrimas que veo en quien padece enfermedad, pues son lágrimas de una soledad para la que no estamos preparados. Dolor, tristeza, desasosiego, depresión, desesperación... ¡La otra soledad!

Decía el ilustre médico Gregorio Marañón aquello de «la mejor herramienta del médico es la silla». El éxito de una consulta depende de dos sillas y una mesa. Y de la empatía y la atenta escucha del relato de la persona. Es ahí donde el paciente deja de sentirse solo. Lo necesita. Necesita sentirse acompañado en los peores momentos de su enfermedad. Busca en los profesionales sanitarios la esperada solución a sus problemas; y tiene en la cercanía al equipo de atención primaria, pero a veces, cae en el distanciamiento social, en pérdida de relaciones sociales y fácilmente entra en una depresión sostenida.

Las demoras asistenciales creadas por el sistema sanitario conducen a una pérdida del estado de bienestar. Se tarda cada vez más en llegar a los especialistas.

Caminamos en sentido contrario y entramos en «lo que debería haber sido y no fue». Ahí está la otra soledad. La inquieta, la que nos genera esa sensación de desamparo. «¡Quiero ver al especialista!», te dicen. Y entre email y email se tarda, y así se masifica la atención primaria. «Ya lo llamaremos», le dicen al otro lado de la línea.

Abrazo por ello a todos los trabajadores de atención primaria, los admiro y les felicito. Por su esfuerzo y abnegación.

Mientras, yo me detengo y a todos os escribo: «Mirando alrededor y viendo lo grande que es el mundo, aseguro que la soledad existe». No los dejemos solos. Se sufre.