A Mariña, deprimente desunión

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Pepa Losada

19 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El día 17 de noviembre quedará en la memoria de A Mariña como el día de la gran solidaridad. Desde el Sor al Eo cerraron colegios e institutos, empresas, comercios, bares y restaurantes con una finalidad: protestar contra el desmantelamiento industrial. Por la tarde, una gran manifestación gritó contra el cierre de Vestas y Alcoa. Desgraciadamente, no estoy seguro de que ese clamor haya llegado a los centros de decisión en la capital del Estado. Para conseguir eso hace falta el humo de las barricadas de Cádiz. La protesta pacífica y sin violencia no vende. Se queda en una pequeña columna en la prensa, un apunte en los noticiarios de radio y una rápida imagen en televisión. Nada de eso es capaz de transmitir el drama de los cientos de familias de A Mariña. Y los poderes públicos, tranquilos: el conflicto social no pasará de Galicia. Casi hay que acudir a los sucesos de Ferrol de 1972 para que una tensión producida en Galicia cree alarma nacional.

Y hay otro aspecto que personalmente me hiela el alma: la división de la clase política gallega. La calificaré con dos palabras: alarmante y escandalosa. Las declaraciones de líderes que recogió este diario transmiten la sensación de una pugna de partidos en competencia por su propia imagen. Se entró, además, en una espiral donde las fuerzas de oposición sufren un síndrome habitual en situaciones de crisis: ninguno quiere ser menos que el otro en la denuncia, ninguno quiere quedar por debajo del otro. Y, en cuanto al partido en el poder autonómico, tira por elevación contra la Administración central, a la que hace responsable de que las soluciones no avancen y no se cumplan los compromisos. Si el poder central fuese del PP, no sé si haría lo mismo, pero al menos habría mejor entendimiento. Ahora empiezo a sospechar que los incumplimientos pueden tener también una causa y un objetivo electoralista. Sería de juzgado de guardia.

En todo caso, el espectáculo ha sido deprimente. Mientras la ciudadanía salía a la calle para hacer oír su voz, los líderes del Bloque, del PSdeG y, a distancia, los vicepresidentes de la Xunta ofrecían un desconcierto de opiniones. Daba la impresión de que Alcoa y Vestas les importan lo justo y lo importante es aprovechar el malestar social para que alguien pierda seguidores y alguien los gane. Es decir, una política mísera y oportunista. Me gustaría ver al BNG poniendo A Mariña como condición para dar su voto a los Presupuestos del Estado. Me gustaría ver al PSdeG apretando a las vicepresidentas gallegas para que hagan algo por su tierra. Me gustaría ver al PP en una actitud más dura con la ministra Maroto y el presidente Sánchez. Y me gustaría verlos a todos unidos, incluso presidiendo una manifestación en Santiago o en Madrid. Eso sí que saldría en los telediarios. Y eso demostraría que, por encima de los partidos, Galicia tiene una voz.