Deja subir el precio del tabaco, ten visión de futuro

Julia Tábara Rodríguez A FAVOR

OPINIÓN

31 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

el tabaquismo es una enfermedad crónica adictiva que afecta al 25-28 % de la población gallega, y causa tantas enfermedades y tantas muertes prematuras que los que nos dedicamos a la medicina solo podemos desear que desaparezca. Ese es el motivo por el que pedimos continuamente que aumente la legislación del tabaco, ya que sabemos que tiene un impacto positivo en la reducción del consumo. Con la ley antitabaco del 2006, y su modificación en el 2010, se logró proteger a los expuestos pasivamente al humo del tabaco en lugares cerrados y de trabajo. Posteriormente, se inició la financiación parcial de algunos fármacos empleados en deshabituación tabáquica con el fin de ayudar a los que ya han caído en la adicción. Sin embargo, es muy poco lo que se hace en la prevención del inicio. Nuestra juventud continúa empezando a fumar.

Las medidas más eficaces para la reducción de su consumo son la subida de impuestos, el empaquetado neutro y la ampliación de espacios sin humo. Está demostrado que la subida del precio del tabaco es la medida más «coste-efectiva» para evitar el inicio del consumo en jóvenes. Según la OMS, una subida del 10 % del precio disminuye un 4 % el consumo en países con ingresos altos y un 8 % en países con ingresos medios-bajos. En ningún país de nuestro alrededor el precio del tabaco es tan bajo como en España.

Equiparar el precio al de los estados de nuestro entorno será, sin duda, disuasorio para los novatos en el hábito. Hace falta más control en la prohibición de venta a menores y deben incluirse además todos los productos relacionados con el tabaco -cigarrillo electrónico o tabaco calentado- en las mismas restricciones y subidas de impuestos.

Evitar las marcas, los colores atractivos, toda la publicidad y mostrar imágenes de los efectos nocivos del tabaco es también eficaz. Para seguir avanzando debemos proteger los espacios públicos que frecuentan los jóvenes, muy especialmente los deportivos, los de conciertos, las playas y las terrazas. Hay que desnormalizar la conducta de fumar. En los últimos meses y gracias al coronavirus, las terrazas han sido liberadas de este humo con la finalidad de evitar la transmisión del SARS-CoV-2, y, aunque la medida no se cumplía totalmente, lo cierto es que todo el mundo lo aceptó con normalidad y no pareció perjudicar ni a usuarios del tabaco ni a la hostelería. A nivel general todo el mundo estuvo contento con la medida, muy especialmente los no fumadores. El humo ambiental del tabaco perjudica y enferma a los que están alrededor, y más en el momento actual.

Dejar de fumar es posible y no es tan difícil como nos quieren hacer creer. Requiere planificación, determinación y persistencia, casi cabezonería. El síndrome de abstinencia es inevitable, pero por lo general no dura más de uno o dos meses. Hay tratamientos para ayudarnos en este proceso. No se asusten de que suba el tabaco, cuanto más caro, menos fumarán y más vivirán. Y lo más importante, menos fumarán nuestros jóvenes.