Un difuso clima pesimista

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

JORGE ARMESTAR -- EUROPA PRESS

29 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Estás tan tranquilo, entretenido con las aventuras de las vicepresidentas, divertido con el juego del escondite inglés de Pedro Sánchez, asombrado de que durante seis meses hayamos vivido en pecado, es decir, en flagrante incumplimiento de la Constitución, te asomas a la ventana y sientes el vértigo de las cosas económicas. Es, una vez más, como aquella vieja sección de La Codorniz: tiemble después de haber reído. No es que el país se hunda, ni mucho menos. No es que los datos sean malos, que ya ven ustedes que en verano se creó mucho empleo, aunque en gran parte sea temporal. No es que haya huelga de inversiones como en otros momentos de la reciente historia, que le escuché al presidente de CEOE, Antonio Garamendi, que hay mucho dinero esperando para invertir en España. Es que se nos ha colado y anda por ahí una especie de pesimismo difuso que los poderes públicos no consiguen manejar ni dominar.

Veamos algunos datos. De pronto, cuando el Gobierno empezaba a ensalzar el maravilloso ritmo de crecimiento, aparecieron las instituciones con la rebaja estadística. Yo debo decir que el PIB, aunque solo crezca un 5,5 % -un punto menos que el previsto por el Gobierno- es un gran dato; pero el hecho de que sea menor que el cálculo del Ejecutivo fomenta el regodeo de algunos medios informativos, encantados de que el Ejecutivo falle y de poder achacarle algún fracaso. La imagen creada es que se ha frenado la recuperación.

Ayer se conoció el índice provisional de precios de octubre. Realmente impactante: la inflación interanual, que nos parecía escandalosa a finales de septiembre (4 %) ha pegado un salto hasta el 5,5 %. Por algún efecto óptico empezamos a ver todos los productos mucho más caros y estadísticamente no es verdad: estadísticamente, la inflación subyacente (la que no contempla los alimentos no elaborados ni los productos energéticos) solo ha subido 1,4 puntos; es decir, que está en un nivel todavía aceptable. Pero la información dice que todo va a subir mucho más por pura lógica del mercado: si sube el transporte por el precio de petróleo y sube el coste de fabricación por los precios de la luz y del gas, lo natural es que todo suba, y lo que sube no acostumbra a bajar.

Y, como es natural, esta presión de los precios, psicológica y real, llevará a que reclame una mayor subida de salarios, igual que subirán las pensiones. Y ahí empezará el lío. Reforma laboral conflictiva, recuperación económica algo enfriada, inflación difícil de digerir, miedo al frío del invierno por la carestía de la luz y por posibles cortes en el suministro de gas hacen una combinación explosiva. No parece el momento más oportuno para entretenerse en disputas de protagonismo a ver quién sale más en las fotos. Pero esas son las debilidades humanas. Y todo eso junto es lo que está creando un injusto ambiente de pesimismo nacional.