Otegi y sus inauditas nuevas amistades

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Javier Etxezarreta | Efe

20 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Otegi se ha pasado dos tercios de su vida adulta defendiendo los crímenes de ETA o participando en ellos. El otro tercio lo ha dedicado a justificar la violencia de los pistoleros a través de circunloquios más o menos indecentes, con la finalidad de transmitir la falsa teoría de que la derrota estrepitosa de ETA y sus cómplices y amigos dentro y fuera del País Vasco había sido en realidad una concesión generosa de los asesinos y no el efecto de la victoria sobre el terror del Estado democrático de derecho.

Ahora Otegi, que contempló impertérrito cómo sus compinches cometían crímenes horrendos durante más de medio siglo, quiere ser un ¡hombre de Estado!, influyente en el Gobierno que dirige Pedro Sánchez. En coherencia con ese giro, Otegi afirma ahora cosas que aspiran a parecer distintas de las que ha venido diciendo desde que ETA fue vencida, pero que trasladan la misma obscenidad: la de un sujeto que ha creído siempre que el juicio sobre los crímenes de ETA debe hacerse desde la estrategia política y no desde la ética del respeto a los derechos y libertades personales.

El último episodio de este espectáculo macabro, de esta absoluta perversión, se produjo antes de ayer, cuando Otegi trasladó el pesar por el sufrimiento de las víctimas de ETA, pesar que según este hombre del discurso de paz (Zapatero dixit) no debería haberse producido. Según él, a nadie puede satisfacer que todo aquello sucediera y que se hubiera prolongado tanto en el tiempo. Otegi afirmó, en fin, que cabe por lo menos aliviar ese dolor y que se comprometen a tratar de mitigarlo en la medida de sus posibilidades.

Es imposible encontrar en una declaración tan breve más doblez y más cinismo. Pues lo único que hace Otegi, que habla obviamente en nombre de EH Bildu, reconocida así por lo tanto como la legítima heredera de ETA, es manifestar, en su pretensión de ser aceptado como un partido más, que reconocen que quien mató a cientos de personas y machacó la vida a docenas de miles causó mucho dolor. Algo así como reconocer la certeza de la ley de gravitación universal. Si de verdad EH Bildu y su líder están arrepentidos del terrible mal causado cabría esperar de ellos que dejen de ser los portavoces de los presos y de celebrarlos como héroes cuando salen de la cárcel. Y, por supuesto, que colaboren con la justicia y la policía para esclarecer los más de 300 crímenes de ETA que todavía no tienen responsables.

Pero nada de eso pasará porque el único fin de las palabras de Otegi es intentar normalizar su participación como socio del Gobierno, rebajando el coste electoral que para aquel está teniendo tal indignidad. Esa es la razón por la que han sido Podemos y el PSOE quienes con más entusiasmo han recibido unas palabras que dicen mucho más de la estrategia del Gobierno que de los verdaderos sentimientos de los herederos de una banda terrorista que sigue pretendiendo reescribir su historia y blanquear su pasado, ahora con el favor de amistades que jamás pudimos llegar a imaginar.