«Desde Galicia, los mejores deseos para Canarias, para que sus gentes recuperen cuanto antes sus vidas»

Cartas al director
Cartas al director CARTASALDIRECTOR

OPINIÓN

BORJA SUAREZ | Reuters

21 sep 2021 . Actualizado a las 10:27 h.

Ánimo a Canarias

Da que pensar. Los fenómenos de la naturaleza han modificado y condicionado vida y hábitos de todo ser vivo, incluidos los humanos. Si en el año 49 del pasado siglo muchos canarios se fueron a América después de quedarse sin nada debido a una erupción volcánica, parece mucho optimismo por parte del presidente lo de que la seguridad de los ciudadanos está «garantizada». Generaciones enteras en todos los países del mundo, incluido el nuestro, saben lo que supone quedarse a cero después de una catástrofe, ya sea motivada por la fuerza de la naturaleza o por la estupidez humana, como las guerras. Quizás nada hay garantizado y menos la seguridad. El seguro del coche ayuda en caso de un percance pero no garantiza la ausencia de accidentes de tráfico. Se puede invocar la ayuda divina y poner todos los medios de los que un gobierno dispone, pero lo que se dice garantizar, no se puede. Aunque toda ayuda es poca, no hay más que ver la mirada de quienes tuvieron que marchar con lo puesto. Y es que ante la naturaleza no somos más que cualquier otro ser vivo, no somos más que un pájaro o una hormiga. Así que solo queda la fe en Dios, la voluntad de ayuda incondicional por parte del Gobierno y la esperanza de que la gente cuyas casas fueron engullidas por lava ardiendo puedan reanudar sus vidas. Pero en otra parte. Debe resultar terriblemente doloroso ver que desaparece todo aquello que nos es familiar: los objetos, la casa, el entorno... todo lo que acompañó una vida. Así que poner garantías humanas, por muy presidenciales que sean, no sirve de mucho ante la fuerza de la naturaleza. Pensar lo contrario es cuando menos soberbia. Vayan desde Galicia los mejores deseos para Canarias, para que sus gentes recuperen cuanto antes sus vidas. M. J. Vilasuso (As Pontes).

Señor conselleiro, «ruralícese»!

«O rural», quizá o sintagma máis repetido polos diferentes conselleiros do Goberno da Xunta do Partido Popular. Eufemismo creado para substituír a palabra aldea que hai ben tempo desapareceu dos seus discursos. «O rural», o espazo máis apreciado que, diante das ameazas de marxinación e despoboamento, merece a súa máxima dedicación, obxecto de constantes medidas de discriminación positiva por parte desa Administración. Tan grande é a súa atención que mesmo crearon un neoloxismo en forma de imperativo: «Ruralízate!».

Mais o señor conselleiro de Educación non sabe ruralizarse. Rural provén do latín rus ruris. Isto é: o campo, a aldea. En lugar de apoiar e de exercer a discriminación positiva do latín,  prohibe expresamente que se imparta a materia no bacharelato nos institutos que non cheguen aos cinco alumnos, isto é, a maioría dos centros «do rural».

Mesmo prefiren na consellería que os profesores «fagan gardas» —ou sexa, que non dean clase—, en lugar de atender a este alumnado.  

Cónstame que, tras das protestas das familias, cambiou de opinión (e agradézollo) en varios centros. Mais esta medida debe estenderse a todos os institutos. Nomeadamente aos centros do agro. E non lle teño que explicar a importancia das linguas clásicas. O alumnado «do rural», aínda que sexa pouco, tamén ten dereito ao latín. Xurxo Souto Eiroa (profesor de Latín no Instituto Gregorio Fernández de Sarria).