El partido se juega en la economía

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

Jesús Hellín | Europa Press

02 sep 2021 . Actualizado a las 08:19 h.

Se abre un nuevo curso político. Pedro Sánchez definió ayer el campo en que desea jugar el partido que ahora comienza: el de la economía. Las condiciones le son favorables, el césped está creciendo y los espectadores consideran, cada vez que les pregunta el CIS, que este es el partido de su vida. La recuperación avanza como un cohete, los fondos europeos de Next Generation comienzan a fluir hacia España, los diques del consumo embalsado por la pandemia han reventado y la afiliación a la Seguridad Social ha vuelto por sus viejos fueros. Si el fuerte repunte se consolida y llega a los bolsillos, traducido en más empleos y mejores salarios, barrunta el presidente que los españoles sabrán agradecérselo a la hora de las urnas. Esa es su gran baza y su apuesta.

Pero el partido, como saben todos los deportistas, no está ganado hasta que el árbitro pita el final. Que se lo digan al Villarreal, que en el minuto 94 ganaba al Atlético de Madrid y en el minuto 95 la pifió, con un rocambolesco gol en propia meta, y le entregó el empate. En economía, como en el fútbol, existen imponderables y errores que pueden chafar el resultado.

De momento ya ha surgido una china en el zapato de la recuperación: la astronómica subida de la factura eléctrica. Y, como consecuencia, la reaparición de un indeseable roedor que permanecía agazapado desde el 2008. No solo estaba escondido, sino que había cedido la madriguera a un animal antitético y no menos pernicioso: la deflación. Por eso, para frenar a este y reanimar a aquel, las autoridades monetarias -el BCE- fijaron el objetivo de inflación en el entorno del 2 %. Ni mucho menos, porque conduce a la depresión; ni mucho más, porque carcome el poder adquisitivo, acentúa el desequilibrio de las finanzas públicas, resta competitividad a la economía española y puede frustrar la recuperación. Si el Gobierno quiere ganar este partido, tiene que extraer la china del zapato y poner fin a la escandalosa subida del recibo de la luz.

Las expectativas, pese a las incertidumbres, son halagüeñas. Pero en el resultado influirán también las decisiones que tome el entrenador en el transcurso del encuentro. En economía, un delicado juego de equilibrios, lo óptimo es casi siempre enemigo de lo mejor. No es posible, en estas circunstancias y menos aún en un solo curso político, compatibilizar un nivel de empleo óptimo con un nivel de salarios óptimo. Sánchez anunció ayer una subida inmediata del salario mínimo. El Gobierno considera que la positiva evolución del empleo lo permite. La patronal estima que muchas pequeñas empresas no podrían soportar el sobrecoste. He ahí una de las ciento y una decisiones que modularán, para bien o para mal, la marcha de la recuperación.

Sánchez pretende jugar el partido en el campo de la economía. La oposición, no se sabe. Instalada en el «no a todo», se sitúa en un terrible e irresoluble dilema: doy por supuesto que quiere lo mejor para los españoles, pero para cazar a Sánchez necesita el fracaso colectivo.