«Soy autocaravanista y me niego a sufrir la represión y persecución»

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OPINIÓN

JOSE PARDO

25 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Autocaravanistas: somos personas, somos turistas

Me he llevado una sorpresa al leer el artículo «Autocaravanismo descontrolado, egoísta e infestante», de Avelino Ochoa. Puedo entender que la proliferación de las autocaravanas genere cierto malestar. El incremento de autocaravanistas en España no ha sido paulatino, y entre los nuevos usuarios hay gente completamente desconocedora, incívica, etcétera. En mi familia somos cuatro, empezamos yendo a hoteles, luego a alquilar apartamentos, después a alquilar una autocaravana y ahora somos propietarios de una. Como todo, tiene ventajas e inconvenientes, pero me niego a sufrir la represión y persecución.

El artículo da a entender que desconoce el significado de acampar. La acampada libre está prohibida, para eso el usuario de autocaravana debe desplegar el toldo o sacar al exterior mesas, sillas... ¿Usted puede dormir en su turismo aparcado en la proximidad del arenal? ¿Esta acampado?

Autocaravana y caravana son conceptos distintos. La primera se distingue por su autonomía e independencia. El artículo pretende relegar estos vehículos a «cámpings ou en áreas habilitadas onde dispoñan de instalación eléctrica, subministro de auga, tratamento e evacuación de augas residuais e recollida de lixo». Suelo hacer uso de estas áreas por mi comodidad, para evitar miradas o comentarios inquisidores, pero esta infraestructura es escasa.

La ordenación del territorio es necesaria y todos tenemos cabida. Las conductas contrarias a norma hay que denunciarlas, y no hablo solo de autocaravanas. Tampoco soy partidario de una norma arbitraria y exclusiva, somos personas, turistas, extremo que no acaban de asimilar algunos. O es que solo se admite al que deja euros a manos llenas. Nosotros somos clientes en la hostelería local, en el comercio local, pero optamos por movernos con el confort que nos dispensa nuestro apartamento con ruedas. Antonio Pérez Rodríguez.

Llevo tiempo viajando en caravana y nunca tuve un problema

Veo muy injusto el artículo sobre el autocaravanismo y sobre todo el titular. Soy autocaravanista y no todos somos iguales, y tampoco hay que ser autocaravanista para tener malas costumbres. Llevo mucho tiempo viajando por Galicia y nunca hemos tenido un problema. Daniel Fernández.

Velocidad en la entrada de A Coruña

Me sorprende que en A Coruña estemos introduciendo carriles a 30 kilómetros por hora y todavía existan zonas urbanas como la avenida de Alfonso Molina en la que hay coches que duplican cada día el límite de 50 km/h. Vivo al principio de Alfonso Molina y veo cada día desde la ventana cómo peatones imprudentes cruzan con el semáforo en rojo sin importarles que muchos de los coches que entran o salen de la ciudad conduzcan como en una autovía. En estos años he visto atropellos graves, el último la semana pasada, pero veo entristecido que los escritos al ayuntamiento para que instale un radar fijo siguen sin ser escuchados. Espero que esta carta sirva para que alguien tome medidas antes de que tengamos que lamentar una tragedia. Jorge C. F. A Coruña.

Vacunarse contra el desatino

La defensa de la obligación de vacunarse contra el covid-19 expuesta en el artículo de Blanco Valdés del 18 de agosto pasado me ha resultado un tanto chirriante. Por lo pronto, ese tema y otras restricciones discriminatorias han sido evaluados judicialmente. El Tribunal Constitucional, el Supremo, el Tribunal Superior de Justicia de Galicia, entre otros, han dejado en evidencia la improvisación, falta de base jurídica y la fácil deriva hacia el ordenancismo abusivo en los poderes públicos.

Afrentar a quienes han decidido que no quieren vacunarse diciendo que desprecian la salud de los demás, y que el uso de su libertad y derecho fundamental se traduce en realidad en un derecho para hacer daño impunemente a los demás, es tan falso como insidioso.

El artículo 43 de la Constitución española, incluido en el capítulo dedicado a los «principios rectores de la política social y económica», especialmente dirigido a los poderes públicos, debe necesariamente respetar los derechos y deberes fundamentales del Título I. Por otra parte, parece olvidar que la realidad está demostrando que tanto vacunados como no vacunados son susceptibles de contagiar y ser contagiados.

También se podría decir, puestos a hacer retórica fácil, que la acusación de «daño impune» sería más imputable al que habiendo sido vacunado contagia a otro. En este caso, la impunidad vendría dada por la legitimidad que le otorgó su certificado de vacunación. Además, si no hay más gente vacunada no es porque no quieran, sino porque las instituciones y los medios disponibles no dan para más.

El que suscribe tiene dosis completa y se pondrá otra si fuera necesario. El efecto práctico de la vacunación consiste en reducir los efectos de un posible contagio. Ahora bien, su imposición, como si de un sacramento se tratase, no evitará que sea virus permanente y cambiante. Y como todos estamos en contacto con todos, da igual la profesión o el empleo. Para mejor protección: vacunarse; pero como elección individual. Juan Montero Fernández. Ourense.