«Molinos eólicos o «Verspargelung»: contaminación con espárragos gigantes»

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OPINIÓN

PACO RODRÍGUEZ

23 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Molinos de viento y medio ambiente en Ourense

Viajando, viendo, escuchando, entendiendo y sintiendo, son las cosas únicas, las que sorprenden, las que se conservan aquí, al sur de la Ribera Sacra de Ourense —del Sil a Manzaneda y San Mamede—, y constituyen un patrimonio natural y cultural especial en la Europa occidental:

Son los silencios profundos.

Es la oscuridad de las noches.

Es el lobo, no es casualidad, es el síntoma indiscutible de la exquisita calidad ambiental de estas antiguas tierras y paisajes que se imbrican.

Es un paisaje, pues, con un paisanaje, que son sus gentes, que durante siglos han sabido conservar la armonía de un territorio, de un mosaico silvopastoral precioso, con sus tradiciones, cultura y valores.

Resuenan, sin embargo, en mi cabeza múltiples proyectos de centrales eólicas sobre este vasto espacio natural. Dinero, kilovatios, a cambio de su esencia, su paisaje, sus ecosistemas, sus horizontes, su historia, su cultura y sabias tradiciones, su alma…

Robando las anunciadas nuevas oportunidades rurales del agroturismo o turismo verde, de naturaleza. Dinero para unos pocos a cambio de futuro, a cuesta de nuevas generaciones.

Es el negocio gris, que no verde. Es la miseria de nuestro medio ambiente. La degradación ecológica de nuestro entorno natural. La devaluación de nuestro patrimonio natural, de nuestro hogar. Es el pan para hoy y el hambre para mañana.

Porque, pienso, si resulta que estamos inmersos en una crisis ambiental global, tanto climática como de biodiversidad (asistimos a la sexta gran extinción de la historia del planeta); y si actualmente ya pagamos impuestos por las emisiones de CO2 (lógico); entonces también habría que desarrollar nuevos impuestos que graven las centrales eólicas o solares por sus impactos ambientales sobre la naturaleza y la biodiversidad, el territorio y el paisaje, el suelo y los agrosistemas. Eximiendo de todo tipo de impuestos a las personas y familias por la generación y distribución de su energía solar o eólica doméstica, siendo estas verdaderas colaboradoras en la lucha contra la crisis ambiental global.

Algo, o mucho, falla. Y sí sobradamente está demostrado, científicamente, por investigadores independientes, expuesto así en el propio Senado español, que las centrales eólicas causan despoblación, mientras que la generación distribuida ofrece beneficios para todos; y que el despliegue masivo de renovables apenas genera empleo local y que ofrece ingresos bajos, entonces mucho más está fallando.

Alemania era el paraíso de la energía eólica hasta que los alemanes empezaron a odiar los molinos de viento (por argumentos ecológicos, porque comprometen el futuro de muchas especies de aves, generan contaminación acústica y estrés en el ganado y pueblos, o porque afean y distorsionan los paisajes). De hecho hay una nueva palabra alemana, Verspargelung, que resume el asunto a la perfección: contaminación con espárragos gigantes.

¿Cuánto más tendremos que destruir? ¿Cuántos errores más tendremos que cometer? ¿Cuándo, al fin, aprenderemos de nuestros y de sus pecados? ¡Hasta cuándo la prostitución de la historia, del futuro, de los antiguos paisajes y de la biodiversidad inocente, que es la esencia y el fundamento biológico de nuestro hogar terrestre, del cual no hay recambio! Toni Bara. Toutelle (San Xoán de Río).

Redacción de las noticias sobre el covid

Acostumbro a leer las noticias sobre la evolución del covid-19 en el periódico y he de reconocer que para entenderlas he de hacer acopio de mi capacidad de comprensión. Véase: «El número de contagiados sigue en descenso en el área sanitaria de A Coruña y Cee. La jornada del sábado arranca con una reducción de 176 personas contagiadas por el covid en el área sanitaria, que representa un 30,6 % de las existentes en la comunidad, que se elevan hasta los 11.370 casos». Mi calculadora debe funcionar mal, pues el 30 % de 11.370 es 3.411. La cuestión no son los valores numéricos, sino la mala interpretación a la que llevan, al no saber si el porcentaje hace referencia a la reducción de casos o al número de casos que hay en el área de A Coruña-Cee. Carmen Ricoy.

No solo yo soy crédulo

La negociadora afgana Fawzia Koofi dice: «El mundo no puede dar un cheque en blanco a los talibanes mientras ignoran los derechos humanos». ¿Se ha preguntado esta señora donde están esos supuestos derechos humano desde hace, por lo menos, un par siglos? ¿Dónde están los derechos humanos cuando hablamos de mantener gobiernos corruptos, por ejemplo en África, a cambio de robarles sus materias primas? ¿Dónde están los derechos humanos cuando intentan, y lo conseguirán, gobiernos como el nuestro vendernos como ganado a los esclavistas? ¿Dónde están los derechos humanos en cualquiera de las mal llamadas democracias que corrompen el mundo? ¿Dónde están los derechos humanos cuando nosotros mismos no peleamos por ellos? ¿Dónde están los derechos humanos de las mujeres de su nación? Por lo tanto, señora, el cheque en blanco fue entregado hace veinte años. Andrés Nidáguila Casal. Pontedeume.

Falta de respeto a la familia de José Martínez Hilario

El pasado sábado La Voz publicó el artículo «Mató de un disparo de escopeta a su vecino en Monelos porque lo miró mal», aderezando dicha efeméride, correspondiente a un suceso de ¡trece años atrás!, con una indigna viñeta/caricatura del momento del asesinato.

Como hermano de la víctima, y en representación de sus hermanos, nos ha parecido aberrante y fuera de lugar este relato de algo acontecido hace trece años, de un morbo innecesario y totalmente irrespetuoso con la familia de la víctima, José Martínez Hilario. No era necesario, cuando la familia sigue en tratamiento psicológico, tratando de tirar para adelante, que La Voz de Galicia, en una irresponsable captación de morbo y sensacionalismo, nos haga volver a revivir aquel lamentable suceso que derivó en el asesinato de nuestro querido hermano.

Ni siquiera es una sección de efemérides, un «tal día como hoy», este suceso ocurrió un 16 de julio, no un 21 de agosto. No tiene sentido su publicación así sin más. ¿Han pensado en las consecuencias mentales y psicológicas para su familia después de estos años?

En el periodismo no vale todo. Jesús M. Hilario.