C. Tangana las tiene todas consigo, ya te digo... ¿Cuántos quisieran tener lo que él tiene o aparenta tener? El «harén» de su Yate ha desatado un tsunami promocional impagable. Hoy que cualquier cosa nos provoca (y bien), hay que distraerse del horror, torrarse a la ola de calor de la frivolidad. Mejor, ligeritos de ropa, y de argumentos también. Disipemos con esta pirueta virtual del erotismo más rancio, que cuenta con actrices de primera, la conciencia del asedio talibán como si la cosa solo fuese con Kabul o un fiasco que endilgarle a EE.UU. Di que sí, que hay infiernos en los que es mejor no entrar. Mientras la tierra arde como el primer y noble sentido de la libertad, no sé a qué suena el Yate de C. Tangana, pero navega de lujo de Ibiza al peñón de la causa feminista, con el viento a toda vela del Twitter. Cómo luce C. Tangana, su poderío displicente, su mirada cansada del éxito, su indiferencia chulesca, empoderada en un mar de críticas que le dan importancia y le suben, con toda seguridad, el caché. Al machismo hoy le viene bien la belleza de las grandes (libres de decir no), le viene bien el márketing por estos lares donde la libertad no suele pagarse con la vida, le viene tan bien como el puritanismo social y cultural, para probar que está ahí, que es inexpugnable, aunque sea como símbolo del éxito masculino o de la resistencia a las conquistas sociales de la mujer. Para hacer caja. Maluma no es Zahara, claro que no, porque no es lo mismo machismo que feminismo, ni tener poder que empoderarse, fardar de un cuerpo que sufrir a menudo por él, por más que nos lo quieran vender. Pero lo que importa hoy aquí es esto, gozar, molar, vender. Y el Madrileño triunfa, se vende pero que bien. Da pereza el machismo liberal, abierto, generoso, de «todas para uno», de C. Tangana, esto es cierto, pero tiene lo suyo de ficción. El machismo de portada de C. Tangana es un spa, un paraíso ante el terror talibán.