Escuelas y niños, o al revés

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

PACO RODRÍGUEZ

05 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

No recuerdo a que edad empecé a ir a la escuela de Dorita, quizás a los cinco o seis años. Tengo aún un libro de lecturas de entonces, Picariños. Recuerdo esto con el proyecto del Ministerio de Educación y FP, recién enviado a los gobiernos autónomos, para la etapa de educación infantil que al fin se concibe como un continuo entre los cero y los seis años, con nueva atención a los primeros tres años.

Entre algunas emociones humanas, no solo patrióticas, provocadas por las Olimpiadas y por las atletas, dediqué un tiempo a esa normativa que amplía la educación infantil de 0 a 6 años. Inevitablemente recordé al Jean Piaget de los años 70 y el rigor de sus planteamientos en Biología y conocimiento o en sus Seis estudios de Psicología. Sobre todo, la novedad de la teoría de los períodos de desarrollo cognitivo, del que siempre me entusiasmó la etapa del pensamiento intuitivo. Y agradecí al ministerio y a este periódico que me llevaran a repensar aquel tiempo en el que aún no sabía que sería biólogo marino.

En las políticas públicas, entre lo escrito y lo hecho, existen demasiados eslabones. Pero si no existe una construcción intelectual diferenciada nada empezará a moverse, sea por ideología o comodidad. Por ello no me sorprende que alguna reacción primaria de algún portavoz oficioso de nuestro Gobierno gallego haya sido sobre la ubicación administrativa de la competencia: «No se moverá del departamento de Política Social». Cuando obviamente la reflexión, además de la conciliación y la dinamización demográfica (sic), es educativa y no solo asistencial. Para seguir avanzando en la red de escuelas infantiles A Galiña Azul, homenaje a Carlos Casares, pionero de los libros infantiles en gallego.

Avance que según los datos del Instituto Galego de Estatística no deberá ser exageradamente costoso, pues si en España los menores de cuatro años eran el año pasado unos dos millones escasos, en Galicia tan solo eran algo más de 90.000 niños, por más que las proyecciones del Instituto Galego de Estatística (IGE) para el 2025 prevean que serán menos de 70.000. A todas luces un bien escaso, que, tanto en su aspecto educativo, de reciente reflexión normativa, como asistencial, bajo el epígrafe antiguo de guarderías, deberá tener adecuado soporte tanto por la dinamización demográfica, tan fallida (este año nacieron apenas 16.000 infantes), como por la educativa (profesores y sindicatos incluidos).

Por más que la enunciada «dinamización demográfica» debería tal vez contemplarse más allá de las políticas sociales asistenciales. Sobre todo para paliar -y digo paliar, no evitar, por aquello de la libertad liberal- la mantenida salida anual de casi 20.000 gallegas y gallegos -en edad de procrear- hacia otras comunidades de España, y de otros 10.000 al extranjero. Lo que suma unos 30.000 gallegos por año, al menos desde los 15 años cotejados. Número que duplica los 15.000 nacidos en el 2020, e iguala el de los 33.000 fallecidos este año. En fin, demografía dinámica. ¿Qué si no?