Embarazos y covid: hay que vacunar

Roque Devesa GINECÓLOGO DEL EQUIPO RON. HOSPITAL QUIRÓN SALUD A CORUÑA.

OPINIÓN

MABEL RODRÍGUEZ

03 ago 2021 . Actualizado a las 13:53 h.

Las recomendaciones en diferentes países sobre la vacunación contra el SARS-CoV-2, virus causante de la enfermedad covid-19, han ido variando según los distintos estudios realizados en grupos de población, bien por riesgo de actividad, bien por edad, y también, por qué no decirlo, según las decisiones de los distintos gobiernos no siempre sustentadas por la actualidad de la ciencia. 

Dos grupos han sido muy problemáticos en establecer las recomendaciones: los niños y las embarazadas. Con respecto a las gestantes, cualquier tratamiento -sean medicaciones o sean vacunaciones- plantea problemas de seguridad, ya que pueden interferir de forma negativa en el desarrollo formativo o madurativo del feto (además de los que pudiera provocar por la especial situación inmunológica de la futura madre). Es obvio que no se pueden realizar estudios sobre ellas porque no es tolerable la posible afectación fetal para decidir que no son seguras. Así pues, la información de la que se dispone es la de gestantes que se han vacunado por razón de su riesgo (enfermedades previas o actividad laboral) o porque desconocían su embarazo cuando se vacunaron. Las mayores series registradas son de unos pocos miles de embarazadas. Lo que se conoce es que no han aparecido efectos adversos ni en la gestante ni en el recién nacido cuando se han vacunado en el segundo o tercer trimestre de su embarazo, mientras que se mantiene la cautela durante el primer trimestre de la gestación, período de tiempo en el que es más crítico el desarrollo fetal.

En España, en las últimas semanas y días se ha comunicado un número importante de embarazadas afectadas de covid-19 que han precisado hospitalización, estancias en uci y, desgraciadamente, algunas con resultado de muerte. Todo ello ha provocado una alerta asistencial y, también, social. Es difícil conocer el alcance real por la inexistencia de datos agrupados, pero las reseñas puntuales conocidas de grandes hospitales son preocupantes y parecen estar relacionadas, aunque no de forma concluyente, con esta quinta ola.

La recomendación sobre la vacunación a las embarazadas, siempre con vacunas de las denominadas de mRNA (la de Pfizer y Moderna), que no llevan virus vivos, comenzó con prudencia, sobre mujeres con riesgo elevado por su actividad o padecimiento de enfermedades previas, pasando por valorarla cuando les correspondía por grupo de edad. Es decir, la gestación no indicaba la vacunación pero tampoco la contraindicaba; se vacunaba cuando correspondía pero no por el hecho de estar embarazada.

Pero ello ha cambiado; ahora conocemos que el covid-19 puede ser muy problemático cuando se sufre de forma sintomática en el tercer trimestre del embarazo, con mayores complicaciones y más riesgo tanto para la madre (casos más graves que precisan estancia en uci, preeclampsia, trombosis,..) como para el feto (parto pretérmino, sufrimiento fetal por afectación placentaria,...). Si la gestante se vacuna podemos evitar la enfermedad, ella estaría inmunizada e indirectamente también el feto por el paso de anticuerpos a través de la placenta.

Desde distintas sociedades médicas, tanto nacionales como internacionales, ya se aconseja que la gestante llegue protegida a ese tercer trimestre, momento en el que es más problemática la enfermedad, por lo que se recomienda la vacunación en la semana 20 de la gestación, cuando ya ha pasado el período de formación del feto. Probablemente se pudiera adelantar unas semanas. Pero, con el estado actual de conocimiento, no se puede recomendar de forma contundente la vacunación en el primer trimestre, por una muy sencilla razón: no sabemos si puede afectar al feto en desarrollo.

Claro que nos gustaría decir que son seguras en cualquier momento del embarazo. Pero no podemos. Por eso, mientras no dispongamos de más datos y tiempo de seguimiento, y aunque lo conocido hasta ahora no indica que provoquen problemas, debe consensuarse con la paciente de forma individual, según sus circunstancias personales y su entorno, si se vacuna o no en el primer trimestre. Al final, será una valoración de riesgo-beneficio, decisión basada en riesgo bajo y dudoso de afectación fetal, pero todavía con pocos datos, sobre el beneficio real y bien documentado para impedir el desarrollo de una enfermedad grave. Como ya he dicho en otras ocasiones: sobre todo, aplicar un criterio de prudencia.

Alguna administración ya ha decidido vacunar a la población gestante según los criterios expuestos. Quizá sea el momento de valorarlo de forma generalizada y considerar a las embarazadas como población prioritaria.