ARN mensajero, ahora a por el cáncer

Javier Montenegro, Irene Lostalé-Seijo PROFESOR TITULAR DE LA USC E INVESTIGADOR DEL CENTRO SINGULAR EN QUÍMICA BIOLÓXICA E MATERIAIS MOLECULARES (CIQUS), E INVESTIGADORA ASOCIADA EN EL CIQUS

OPINIÓN

José Jácome

28 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Las grandes crisis de la historia han servido para consolidar importantes avances tecnológicos. En salud, por ejemplo, la Primera Guerra Mundial afianzó la transfusión de sangre en la práctica médica civil. Durante la Segunda Guerra Mundial se necesitó avanzar en la producción y tratamiento de infecciones con antibióticos. La actual pandemia ha servido para consolidar el empleo de ácidos nucleicos en terapia, como se ha demostrado con las vacunas de ARN mensajero.

 

Esta prometedora tecnología podría encontrar aplicación en otras enfermedades como, por ejemplo, el cáncer. Esta idea no es nueva, puesto que hace más de un siglo ya se había tratado de abordar esta enfermedad mediante vacunación. Sin embargo, estos primeros intentos en los que se inyectaban células del propio tumor del paciente fracasaron en su mayor parte. Desde entonces, se ha seguido trabajando incansablemente en el desarrollo de terapias que permitan usar el sistema inmune contra los tumores, y hace 20 años comenzaron los primeros ensayos clínicos con ARN mensajero.

Sin embargo, el desarrollo de una vacuna contra el cáncer no es tarea sencilla, pues las células cancerosas son muy parecidas a las células sanas y son capaces de esconderse o incluso inactivar el sistema inmune.

El ARN mensajero podría emplearse para resolver ambas limitaciones. Por un lado, el ARN permite preparar vacunas para cualquier antígeno tumoral, e incluso vacunas personalizadas para mutaciones específicas del tumor de cada paciente. Por otra parte, el ARN mensajero puede utilizarse para que nuestras células preparen proteínas inmunoestimuladoras o que inhiban los puntos de control inmunitarios de forma que el tumor ya no pueda pasar desapercibido.

Sin embargo, las vacunas de ARN mensajero son tan solo la punta de este gran iceberg para la medicina del siglo XXI. Ácidos nucleicos como el RNA de interferencia o el sistema híbrido CRISPR/Cas9 ya han mostrado su potencial en ensayos clínicos para diferentes enfermedades. Todavía quedan retos que afrontar, como la identificación de nuevas dianas terapéuticas o el diseño de nuevos materiales asequibles y escalables que protejan y entreguen estas nuevas medicinas en el lugar y momento adecuados.

Comienza ahora una nueva etapa en la que se van a explorar nuevas vacunas de ARN mensajero para enfermedades, como el cáncer, la malaria o el sida así como terapias de reemplazo enzimático, y también terapia génica. Muchas de las esperanzas para el futuro de la salud se centran ahora en estas prometedoras tecnologías, que poco a poco se han convertido en una realidad tangible gracias a los sueños de hombres y mujeres que dedican sus vidas a la ciencia básica.