Breverías. Charoleando

Doktor Pseudonimus

OPINIÓN

24 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo escribe Paco Umbral en Las palabras de la tribu. A la vuelta de Núremberg, Ortega sigue charoleando mucho con sus zapatos como si esto fuese lo que más credibilidad da a su pensamiento: «un hombre con los zapatos sucios es difícil que piense claro». Y si ese hombre se apellida Zapatero, el charol parece imprescindible. Pero no solo para que le brillen sus zapatos. Alguien debería inventar un charol para las neuronas.

El cantor de jazz

Es el título de la primera película del cine sonoro estrenada en España. Sucedió en el cine Callao de Madrid en junio de 1929. Formando parte de las actividades de un cine-club presidido por Ernesto Giménez Caballero. La película fue presentada por Ramón Gómez de la Serna quien para ambientarse con el protagonista se pintó de negro la cara y ambas manos. Como si no fuese suficiente extravagancia que la primera película sonora se estrenase en un cine que se llamaba Callao.

Nunca nadie consiguió más con menos

Lo cuenta D. Santiago Ramón y Cajal en Los tónicos de la voluntad. Siendo catedrático de provincias pudo comprarse un microscopio con el dinero recibido dando clases particulares a sus alumnos. El microscopio era un humilde Verick y fue pagado a plazos. Y con ese instrumento D. Santiago fue capaz de ver y de diferenciar una nueva célula. A la que él mismo bautizó como «neurona». Un descubrimiento que no solo le valió a D. Santiago un premio Nobel. También valió para desacreditar la generalizada opinión sobre la incapacidad de los españoles en el cultivo de la ciencia moderna.

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