Premios conyugales

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

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20 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Aproveché el fin de semana para reactivar relaciones congeladas por la pandemia y visitar familiares en Asturias a los que hacía años que no veía. En la puesta en común de estos encuentros me enteré de que la mayoría de las parejas a cuya boda asistí se habían separado. Me pareció una cosa extraña y fui a consultar los datos.

Según los informes del INE y del Instituto de Política Familiar se concluye que en España se está produciendo un desmoronamiento del número de matrimonios y un aumento vertiginoso del número de rupturas familiares, concretamente, siete de cada diez matrimonios acaban como el rosario de la aurora tras una media de 16 años de convivencia -tanto hetero como homosexuales.  Según los datos del IPF, en España se rompe un matrimonio cada 5 minutos, esto es, se rompen 12 matrimonios cada hora o lo que es lo mismo, 290 cada día. Esta realidad se puede leer de muchas maneras, pero no cabe duda de que unas de las variables que influyen son lo tardío de las uniones -una media de edad de 36 años-, y la baja tolerancia a la frustración propia de la sociedad contemporánea. En otras palabras, que nos casamos a una edad en la que se tiene experiencia suficiente como para incubar fantasías de amor eterno y que no aguantamos un pase.

Y digo yo que quizás no fuera mala idea instaurar un premio semejante a los premios de natalidad que se daban en la posguerra, cuyo ganador se embolsaba unos dos millones y medio de pesetas al cambio. Un premio al aguante conyugal, al matrimonio tempranero o al algo así, porque de seguir esta tendencia, no solo seguirán aumentado los hogares unifamiliares y la soledad, sino lo que es peor, nos extinguiremos todos llenos de razón.