El escudo social y las familias

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

XAIME RAMALLAL

01 jul 2021 . Actualizado a las 09:32 h.

Cuando se desató la pandemia, las familias españolas todavía padecían las secuelas de la Gran Recesión. Les faltaba por recuperar un tercio del gasto en consumo perdido entre 2008 y 2014. Llovía torrencialmente sobre mojado. El virus, el confinamiento, el cierre de establecimientos y la semiparálisis del aparato productivo hundieron de nuevo el consumo. El gasto medio de los hogares -ojo con las medias: silencian las desigualdades- se desplomó un 10,7 % en el 2020, hasta situarse en 27.000 euros, un porcentaje de caída muy similar a la contracción experimentada por la economía española, que fue del 10,8 %. La Encuesta de Presupuestos Familiares nos permite desglosar los recortes. El gasto en restaurantes y hoteles disminuyó un 40 %; en ocio y cultura, un 31,9 %; en transporte, un 29,5 % y en vestido y calzado, un 28,8 %. Hay, sin embargo, dos rúbricas a las que dedicamos más dinero. La familia media incrementó en un 6,8 % su gasto en alimentación, no tanto porque el encierro nos aumentase el apetito, sino porque se suprimieron las comidas fuera del hogar. También creció significativamente, un 1,9 %, el gasto en vivienda, una rúbrica que, además del alquiler, incluye el recibo de la luz y otros suministros.

Cayó el consumo un 10,7 %, pero no por falta de dinero, sino por decreto, ya que la renta disponible de las familias solo retrocedió un 3,3 %. En consecuencia, se disparó el ahorro, hasta alcanzar cotas inéditas en lo que va de siglo. Un enorme embalse de ahorro, más de 40.000 millones de euros, que ya ha comenzado a desaguar para alimentar la recuperación en marcha. La duda estriba en saber si la presa reventará o, puesto que el ahorro está concentrado en las familias más pudientes con menor propensión al consumo, tardará en convertirse en gasto.

Que la renta nacional haya caído casi un 11 % y la renta disponible de las familias solo un 3,3 %, demuestra que el objetivo de amortiguar el primer impacto de la crisis se ha logrado. El escudo social, forjado con los mimbres de los ERTE, créditos, alivios tributarios y diversas prestaciones, ha funcionado. La intervención pública, con un Estado que acumula deuda para proteger las rentas de las familias, ha conseguido minimizar los efectos de la catástrofe. Y ha colocado a la economía española, antes de que comiencen a llegar los fondos europeos de recuperación, en la senda del crecimiento. Instituciones y organismos económicos se apresuran estos días en revisar al alza sus previsiones económicas. La presidenta del Banco Santander, Ana Botín, asegura que «España se va a salir del mapa» y sus contertulios, los presidentes de Inditex y de Telefónica, asienten. El presidente del Gobierno prevé que el crecimiento en el trimestre que terminó ayer será de un nunca visto 18 % en tasa interanual. Quizás, como aconseja el Banco de España en su tradicional papel de aguafiestas, haya que contener la euforia porque los riesgos no han desaparecido. Pero eso no quita que reconozcamos, al menos en la primera fase de la crisis, que las recetas han funcionado.