Kafka, el fútbol y los indultos

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

Óscar Cañas

28 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El fútbol no es el opio del pueblo, es un antidepresivo, un cigarro mal fumado, un consuelo de mil insomnios que se repiten en noches de estío. El fútbol no es anestesiante, ni relajante, ni soporífero. Uno contempla los pies de Pelé, en VHS, y sabe que Cernuda escribió para él un verso hermoso: «Ninguno ha conocido la lengua en la que cantan las sirenas». El poeta Romario interpretando rapsodias amarillas como pájaros cantores, brasileños, de trenzas rubias colgadas de los magnolios. La elegancia del garzón Iríbar enhiesto bajo los palos de la portería, amada enemiga. La altivez de Luis Suárez, ese jugador gallego que fue el único español en recibir el Balón de Oro. La enjundia golfa de George Best: «En 1969 dejé a las mujeres y el alcohol. Fueron los peores veinte minutos de mi vida». 

El fútbol era música variada y entretenida hasta que llegó Luis Enrique, que ha puesto sus porosas manos sobre él. Y nos lo ha estropeado. Clemente a su lado era un serafín beatífico. Luis Enrique mira torvo. Su risa es una puñalada en medio del alma. Contesta con tanta displicencia que a uno le dan ganas de pedirle perdón por preguntar.

El fútbol ya casi es más necesario que la mascarilla. Por eso nos la hemos quitado como si fuera una cortina de humo, ya saben, eso que se coloca delante de la realidad para que la realidad no se vea.

Cierto, hablo de los indultos. Y el fútbol, como la quita de la mascarilla, es solo un pretexto para decir que soy uno de esos que se siente estafado por este Gobierno. Y no crean que no sé pedir perdón. Y que no soy magnánimo, como el presidente Sánchez. Sucede que no se puede conceder un indulto a quien ni siquiera se arrepiente. A quien, para mayor burla a la ciudadanía, insiste en volver a hacer lo que hizo.

Sé que la ley lo permite. Que el indulto lo concede el Gobierno y que los indultados no tienen que dar un paso atrás, para qué. Tampoco se ven en la escena, para ellos grotesca, de mirar al resto de los españoles a los ojos musitando un leve agradecimiento. Al contrario.

Dicen que es la victoria del independentismo. Y que repetirán. Y hablan de amnistía. Y hasta han conseguido que los empresarios catalanes, algunos, eleven sus cantos de loa.

Los empresarios catalanes quieren calma para no huir de Cataluña, como ya han hecho miles. Miles y miles, que serán también los millones que caigan a Cataluña por obra y gracia del actual Gobierno.

En conclusión, el fútbol y las mascarillas sirven para calmarnos. Después de estos indultos sugiero a Sánchez que indulte también a la verdad. Y que la deje suelta de una vez por todas, que corra por prados y asfaltos al son de un nuevo tiempo. El que hemos vivido desde el año dieciocho es el peor, sin duda, de la historia reciente de España. La oposición tampoco ha ayudado demasiado. Nunca la política ha volado más bajo.

Queda consolarnos entre futbolistas y un balón. Olvidarnos de la humillación independentista (que el BNG y el PSdeG aplauden). Lo escribió Kafka: «A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar».