No eran tuyas, no eran tuyas

Ignacio Bermúdez de Castro
Ignacio Bermúdez de Castro PASOS SIN HUELLAS

OPINIÓN

13 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Tomás Gimeno, padre de Anna y Olivia, cumplió su terrible amenaza. Como todo maltratador actuó de tan terrible manera porque para él su mujer y sus hijas eran suyas. Pero, a mi entender, en este terrible crimen la reflexión debe ser otra. A su manera, tan cruel asesino hasta es posible que quisiera a sus hijas. Pero fue mayor el deseo irrefrenable de hacer daño a su ex pareja. Todos los maltratadores siguen ese patrón. Sin excepción que valga. Sabía que la línea de flotación de su ex eran sus hijas y hacia ellas lanzó sus torpedos. Hizo cierto el dicho acerca de que los hijos en numerosas ocasiones se convierten en armas arrojadizas hacia el otro progenitor. Para cualquier ciudadano la actitud de este padre es incomprensible. Para quien esto escribe, que ya ha visto de todo en relaciones de parejas rotas, es terrible, horrorosa y malamente puedo llegar a imaginar crimen más execrable. Pero estos individuos no dudan en morir matando. Aunque sea a las dos preciosas criaturas que tenía como inmerecidas hijas. Todos nos preguntamos que habrá sido de semejante bestia. ¿Se habrá suicidado? ¿Estará fugado? Me encantaría que le haya faltado el valor para quitarse la vida y que, una vez detenido y juzgado, sea condenado a prisión permanente revisable para que de esa forma el resto de su existencia tenga que soportar el recuerdo de haber asesinado a sus hijas. Sería poca pena para él sacarse de en medio y, en el fondo, haber conseguido su objetivo de destrozar a una madre que, por mucho que él se negara a aceptar, no era de su propiedad.