Quim Torra, ministro de Justicia

OPINIÓN

Andreu Dalmau | Efe

11 jun 2021 . Actualizado a las 09:41 h.

Las agendas políticas las carga el fugado. Fue pronunciar Pedro Sánchez la palabra magnanimidad, fue suplicar Ione Belarra «que vuelva Puigdemont», y aparecer en escena su escudero Quim Torra, el desobediente a mandíbula batiente, en un acto de la Generalitat para diseñar la Cataluña del 2022... Es natural que el exmolthonorablesenyor se relama. Mete más miedo él que su sombra. El hombre del ¡apretad, apretad! andará pensando que, apretando un poquito más, a lo mejor el Gobierno lo indulta en diferido y lo nombra ministro de Justicia. O Defensor del Pueblo. O, mejor aún, director general de la Guardia Civil. Magnanimidad. Enorme palabra, en todos los sentidos. Puede con todo, pero no hasta el punto de bajar la tarifa de la luz, eso sí que no, hoy no toca y mañana tampoco. Hay en la Moncloa quien piensa que, con magnanimidad, el Govern acabará declarando la tortilla española fiesta gastronómica. La cara de Torra es como de estar rumiando «desde luego, eso está hecho». Sí, que tiemblen la escalivada y los calçots.