«Que se metan el indulto donde les quepa»

OPINIÓN

Oriol Junqueras, líder de ERC, en un mitin de la última campaña electoral en Cataluña
Oriol Junqueras, líder de ERC, en un mitin de la última campaña electoral en Cataluña ALEJANDRO GARCÍA

08 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La frase que encabeza el artículo tiene derechos de autor. La proclamó Junqueras desde Lledoners el 22 de octubre del 2019 sin ocultar su desprecio a una medida de gracia que entonces rechazaba Pedro Sánchez en vísperas de los comicios del 10N que alumbrarían días después el primer Gobierno de coalición de la democracia. Entonces Junqueras se encontraba bajo el generoso manto protector de la Generalitat, con las prisiones controladas por un consejero amigo que, en la práctica, les otorgaba toda clase de prebendas y beneficios penitenciarios. Hasta un tercer grado antes de tiempo, que tuvo que ser revocado por el Supremo.

Pero los tiempos han cambiado. PSOE y ERC se necesitan mutuamente para frenar la ola de las derechas en las encuestas de Madrid y de Puigdemont en las de Cataluña.

En la Moncloa y en Sant Jaume se sientan dos gobiernos cogidos con alfileres, cuyos equilibrios dependen de más variables que una quiniela millonaria de las de antaño. Las encuestas muestran que el rechazo de los españoles a la medida de gracia a los independentistas es generalizado. Ocho de cada diez entre los lectores de La Voz de Galicia. Dos de cada de tres en todo el territorio, según la última encuesta publicada este lunes. Y el no a la gracia procede de todos los partidos y de todas las regiones.

Pero Pedro Sánchez y sus estrategas no quieren cambiar su hoja de ruta y creen que podrán doblegar al tigre independentista con buenas palabras y una mesa de diálogo de la que, por cierto, excluirán a la mitad de los catalanes que rechazan el secesionismo.

La solución no puede ser el agravio al resto de los territorios del país. No se puede comprar con más dinero y más prebendas a quien ha intentado romper la Constitución. Ese egoísmo perjudicaría al resto de territorios, fundamentalmente a aquellos que no comparten signo político con Sánchez —incluso dentro de su propio partido— o a aquellos con menos capacidad de influencia.

Construir un Estado de varias velocidades sería romper con el principio de la igualdad que tanto proclaman Sánchez y sus ministros. Y no es venganza, sino respeto al orden legal establecido que nos hemos dado entre todos. Romper el régimen del 78 era una consigna de Pablo Iglesias que parece haber entrado en el PSOE de Sánchez para quedarse. Pero los votantes, al contrario de lo que pregonan sus estrategas, sí tienen memoria.