Los profesionales de este país -y muy especialmente los médicos- se están cansando de hacer realidad la célebre frase de Castelao: «Mexan por nós e hai que dicir que chove». Fue durísimo hacer frente a la pandemia con penuria de recursos y exigencias de héroe: parece que lo hemos olvidado…, pero los datos (y las imágenes) están ahí para refrescar la memoria a quien haga falta.
A tenor de lo que está pasando en las últimas semanas, nuestros sanitarios son de usar y tirar. Me refiero, por ejemplo, a prescindir vía wasap o SMS de profesionales contratados para hacer frente al covid-19 ahora que la pandemia da una tregua, cuando todos sabemos que hay un déficit estructural de recursos humanos en los hospitales y centros de salud de todo el país (en unos sitios más que en otros, todo hay que decirlo) y cuando la atención presencial a día de hoy está todavía restringida.
¿Y qué me dicen ustedes de lo que está pasando con la elección de plaza de los futuros médicos internos residentes, los famosos mir? El Ministerio de Sanidad no hizo caso de los avisos, las protestas y las demandas del colectivo médico, que reivindicaba un sistema de elección y adjudicación con garantías y en tiempo real, como hasta ahora, y no telemático como ha impuesto el ministerio (con una plataforma, por cierto, que no ha hecho más que fallar estrepitosamente desde el minuto uno). El próximo martes habrá nueva protesta frente a la sede de Sanidad. De seguir con el empecinamiento ministerial, seguro que el asunto acaba en los juzgados.
Todo muy triste. Porque, además, llueve sobre mojado. Con la diferencia de que ahora los médicos están hartos y muy quemados: después de haber salvado del colapso al sistema sanitario español, esperaban con ilusión que las cosas empezasen a mejorar. Se está gestando la tormenta perfecta, el caldo de cultivo propicio para una huelga sanitaria a nivel nacional. Y esto, señores, no es bueno para nadie. Porque de lo que estamos hablando es de la sanidad pública de España.