Contra Iglesias vivíamos mejor

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

SUSANA VERA | Reuters

03 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En los albores de la Transición, muerto ya el dictador y en plena efervescencia constitucional, los ultras llenaban las calles de pintadas que decían: «Con Franco vivíamos mejor». El gran Manolo Vázquez Montalbán escribió entonces un artículo en La Calle titulado «Contra Franco estábamos mejor». Aunque años después el propio Vázquez Montalbán explicó que lo había puesto entre interrogaciones, y que en el texto se contestaba a sí mismo que no, admitió que lo que quería reflejar era que uno de los males de la izquierda era que no superó esa situación de vivir contra el franquismo. La expresión hizo fortuna, sin embargo, como una forma de la izquierda de burlarse de sí misma cuando se dio cuenta de que para ganar elecciones hacía falta algo más que recordar lo malo que era el dictador. La mejor demostración de que ese bucle melancólico de la izquierda persiste todavía es un personaje como Pablo Iglesias, que, a pesar de haber nacido en 1978, tres años después de la muerte del Caudillo, sigue viendo a Franco y a los franquistas por todos lados y creía que combatiendo a ese fantasma 46 años después de su muerte iba a llegar a presidente. Hasta que la realidad le ha despertado del sueño y lo ha mandado a casa.

La gran paradoja, sin embargo, es que con su retirada de la política Iglesias ha dejado también muchos huérfanos. Gente que se había acostumbrado a utilizarlo como yunque o como pararrayos de todos sus males. En la izquierda y en la derecha, que tendrán que afinar ahora un poquito más. Y, por qué no decirlo, Iglesias también nos ha complicado la vida a muchos columnistas, porque con su capacidad de pisar charcos y practicar el tremendismo nos dejaba hecho el artículo cuando no llegaba la inspiración. Con su salida de la escena, como era previsible, Podemos se ha diluido. Montero, Garzón, Castells o la propia Belarra son ministros porque así lo dice el BOE. Pero nadie tiene noticia de ellos. Y Yolanda Díaz ha hecho precisamente del antipodemismo -y por tanto del antipablismo- su modo de crecer en el Gobierno. Las opiniones de Unidas Podemos sobre cuestiones como los indultos o la crisis de Marruecos, si es que existen, ya no se recogen en los periódicos, ni siquiera en la columna dedicada a reacciones varias.

Sánchez y sus ministros socialistas vivían muy bien achacando el desmadre gubernamental, las continuas contradicciones y los groseros errores políticos y diplomáticos a la permanente y perjudicial injerencia de Iglesias en todos los asuntos. Pero ahora ya no está Iglesias y el Ejecutivo sigue siendo el camarote de los hermanos Marx. Y qué decir de la derecha, acomodada en el recurso fácil de presentar a Iglesias como causa y origen de todos los males, y por extensión a cualquiera que pactara con él. Bastaba nombrarlo para descalificar a Sánchez y a su Gobierno. Pero Iglesias ya no está y Podemos es solo una sombra. Todos, incluidos el PSOE y la oposición, vivíamos mejor contra Iglesias. Pero el recurso de atribuirle a él todo lo malo que sucede en España y en el Gobierno se ha acabado.