Escuchar

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

BENITO ORDOÑEZ

01 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La tregua del virus nos ha permitido retomar la socialización y volver a tocar, ver y oler a los amigos. Siguen siendo los mismos, con restos de caspa del confinamiento, pero igual.

Las reuniones post pandemia están siendo una catarata de historias, la actualización exprés de año y medio de vida donde ha habido de todo, cosas buenas y cosas malas, pero todas necesitan ser escuchadas para validarse. Es ahí donde mejor se percibe lo difícil que es saber escuchar, cuando a los relatos les salta la aguja por las constantes interrupciones con nota personal a pie de página del grupo escuchador.

El escuchar antecede al habla, escuchar es lo único que hace que el otro hable. Escuchar no implica silencio. Mirar a los ojos del que habla, acompasar su respiración, dejar que la emoción del relato tenga eco en nuestra expresión -la cara de póker vale para el póker, no para la vida cotidiana-, dejar que el otro hable, sin interrumpirle, si acaso solo preguntar acerca de lo que dice. Cualquier comentario, juicio u opinión personal difumina al que habla, ya no son ellos, son tú. Una buena escucha no intercambia nada, solo acoge.

El filósofo Byung Chul Han dice que posiblemente en el futuro existirá la profesión del «oyente». Previo pago, el oyente escuchará con atención lo que se le dice y acudiremos él porque apenas quedará nadie que nos escuche.

Estamos perdiendo la capacidad de escuchar y, cuanto más se desarrolla el narcisismo del «me gusta», menos escuchamos. En la comunidad del «me gusta» -dice Byung- uno solo se encuentra a sí mismo y a los que son como él. No hay nadie distinto que escuchar, ni nadie que nos escuche.

Escuchen, dejen hablar al otro, no interrumpan y ponme otra copa de cava, por favor.