La foto (ahora sepia) de Colón

Xosé Luis Barreiro Rivas
Xosé Luis Barreiro Rivas A TORRE VIXÍA

OPINIÓN

Ricardo Rubio - Europa Press

31 may 2021 . Actualizado a las 08:38 h.

Si Erasmo de Róterdam siguiese vivo, incluiría entre las formas de estupidez, recogidas en su Stultitiae Laus, a los brillantes y bien retribuidos comentaristas españoles que pasaron un año hablando de la foto de Colón. Porque nadie puede superar la sandez de estos sabios de oficio que, teniendo la realidad «a mano», como diría Heidegger, se dedicaron a comentar una foto que ellos no habían hecho, sin darse cuenta de que la fotografía es más manipulable que la realidad, y de que estaban picando como pardillos en la trampa que les tendieron los que posaban a diario en el Congreso de los Diputados -Iglesias, Otegi, Sánchez, Rufián, et alii- porque creían que, en vez de hacer crónicas mediocres, efímeras y más vistas que el TBO, estaban reescribiendo la Biblia, por fascículos, y con argumentos más viejos que el Imperio Romano. 

Así se explica -porque el que no sabe lo que dice está condenado a repetirse- que estemos embocando la ansiada normalidad arrumbando todo lo importante, todo lo real y todo lo que debería preocuparnos, para volver de nuevo sobre la foto de Colón, que ahora luce en color sepia, para escribir cien mil páginas sobre la ficción colombina -que así de fino me expreso yo-, en vez de trabajar dos docenas de páginas sobre la vida misma. Pero no se extrañen. Porque, viviendo en el país de Rocío Carrasco, que congrega las mayores audiencias de la historia, tampoco vamos a ponernos divinos para pedirle peras -políticas- al olmo mediático.

Lo que yo creo es que, de la misma manera que se utilizó la primera foto de Colón para ocultarnos las imágenes 3R que salían a diario del Parlamento y de los diálogos del procés, y para demostrarnos que aquella foto era más grave que cualquier realidad, porque justificaba la necesidad de dejarnos gobernar por aquellos a los que (sic) «les importamos un bledo», esta foto sepia que se edita ahora, que aún no existe, está destinada a hacernos creer que en Madrid no pasó nada, que Iglesias se fue del Gobierno para ganar dinero; que Sánchez aún las tiene todas consigo, y que, aunque la realidad empieza a mostrar signos de cambio, la foto sepia, que a los comentaristas de la prensa nacional les parece más verdadera que la verdad y más real que la vida misma, da fe de que en este país no ha pasado nada, que las únicas soluciones que tenemos son «PSOE o PSOE», y que los que se reúnen en la plaza de Colón solo pretenden hacerse fotos con Franco y saludarse brazo en alto. Porque sigue habiendo mucha gente que cree que la mayoría de los españoles estamos encantados con el Gobierno que nos cayó del cielo, con socios tan fiables como Otegi, Rufián y Puigdemont, y con el hecho de que se aparque el gobierno de la crisis sanitaria y financiera, o se le encomiende a la UE y a los jueces, para dedicarnos en cuerpo y alma a fundar en Cataluña una república independiente, y a indultar a los héroes que la quieren gobernar. ¿Qué de donde saco todo esto? De las fotos, obviamente, porque la tramposa realidad tiende a engañarnos.