El peligroso oficio de la palabra

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

STRINGER

26 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

No es difícil imaginarse las sonrisas de satisfacción que habrán aparecido en el rostro de Putin, los dirigentes del KGB y de los servicios de seguridad bielorrusos y del propio Lukashenko tras la brillante jugada del pasado lunes. No en vano, hasta un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso manifestó que esta actuación fue absolutamente razonable. Sin derramamiento de sangre y sin daños a la propiedad, lograron apresar a un «peligroso» activista pro-democracia de Bielorrusia y a su novia rusa. Lo único que tuvieron que hacer es advertir a la tripulación de un avión de Ryanair de que había una bomba a bordo para que el comandante diera un giro brusco a la nave y, en lugar de dirigirse a su destino, Vilnus (Lituania), apuntara a Bielorrusia. Escoltado por un avión militar, el aeroplano aterrizó en Minsk, donde el joven periodista Protasevich fue arrestado.

Protasevich había huido a Lituania en el 2009, país desde donde informó a través de su página Nexta en Telegram de todas las protestas que tuvieron lugar en Bielorrusia.

Considerado un extremista peligroso, se enfrenta a 15 años de cárcel, además de a todo tipo de torturas a manos del régimen dictatorial de Lukashenko. De hecho, en las primeras imágenes que Minsk ha retransmitido de él se le podía ver claramente herido.

Ciertamente, este irregular desvío de una aeronave extranjera con falsos pretextos es una acción cuando menos irregular que vulnera muchas normas internacionales. Pero lo más preocupante es que pone en evidencia que Rusia y sus países satélite, como Bielorrusia, no respetan en absoluto los derechos humanos ni la legalidad internacional; que no les importan las sanciones económicas y que ni la Unión Europea, ni Estados Unidos suponen un freno para sus comportamientos antidemocráticos, ni mucho menos una amenaza para su voluntad de recuperar el poder de la vieja URSS. Nadie quiere una escalada de la tensión, pero en algún momento tendremos que presionar para detener los abusos y el terror.