La epilepsia

Mª Teresa Lema Facal CLICHÉ

OPINIÓN

15 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La epilepsia es definida como una enfermedad que se caracteriza por una predisposición continuada a la aparición de crisis epilépticas, que puede asociar otras manifestaciones cognitivas y psiquiátricas, y que supone en algunos casos la presencia de trastornos psicosociales añadidos. Una crisis epiléptica se produce por una descarga excesiva y anormal de un grupo de neuronas a nivel cerebral y que se manifiesta por la aparición brusca y autolimitada de una serie de síntomas, que pueden ser motores, alteraciones en el nivel de consciencia, trastornos sensitivos y a veces también sensoriales. Una única crisis epiléptica no constituye en la mayoría de los casos el diagnóstico de epilepsia, a no ser que haya otros factores asociados que aumenten la probabilidad de recurrencia.

Las causas pueden ser diversas, y varían en función del grupo de edad considerado. Pueden tener un origen estructural (tumores, malformaciones, lesiones vasculares), autoinmune, genético, y en muchos casos y pese a los avances diagnósticos no se puede llegar a conocer la causa. La epilepsia puede debutar a cualquier edad, pero la incidencia es mayor en los extremos de la vida: la infancia y la senectud. El pico de prevalencia en mayores de 70 años supera a la infancia.

En cuanto al tratamiento, la mayoría de los pacientes van a estar bien controlados con fármacos antiepilépticos, con uno solo o con la combinación de varios. Pero para el control de las crisis, además de un buen cumplimiento terapéutico, es fundamental evitar factores que actúan como precipitantes de las mismas (alcohol, fragmentación o privación del sueño nocturno, drogas excitantes).

Desde la aparición del primer fármaco para control de las crisis, a principios del siglo XX, hasta la actualidad, el arsenal terapéutico se ha multiplicado de manera considerable, sobre todo en los últimos diez años, con fármacos con mejor perfil farmacocinético y farmacodinámico, que mejoran la tolerancia y minimizan los efectos adversos. Pese a esto, entre el 11 % y el 27 % (dependiendo de las series estudiadas) presentan una epilepsia farmacorresistente, es decir, que van a seguir presentando crisis pese a un tratamiento correctamente prescrito. En algunos de estos casos debemos plantearos alternativas terapéuticas como cirugía de la epilepsia, estimulador del nervio del vago, otros tipos de estimulación eléctrica o dietas específicas, como la cetógena.

Para el neurólogo es fundamental el relato del paciente y de sus acompañantes; no solo para establecer un mejor diagnóstico, sino para identificar otros muchos factores que influyen en su calidad de vida, como ansiedad, depresión, posible aparición de efectos adversos de los fármacos o incluso la presencia de factores psicosociales y laborales que pueden influir en el curso de la enfermedad.