El sueño del cambio de ciclo

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

SUSANA VERA | Reuters

11 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Don Pablo Casado Blanco, presidente del Partido Popular, está predicando el santo advenimiento de un nuevo ciclo político. Esa nueva era será la que le lleve al palacio de la Moncloa, desde donde producirá el milagro de cambiar España una vez más, resolverá los problemas que el sanchismo ha creado e inaugurará una etapa de progreso y libertad que, naturalmente, tendrá una duración de vocación infinita. El razonamiento del señor Casado Blanco se basa en unas cuantas realidades ocasionales: Sánchez, su Gobierno y sus alianzas tienen que caer por la ley de la gravedad y si no, como decía el torero aquel, «por su propio peso»; la sociedad no aguanta más el estado de ruina económica y desintegración territorial al que nos conduce la actual gobernación; el grandioso triunfo de Isabel Díaz Ayuso es el primer paso hacia la tierra prometida de la Moncloa.

Ayer mismo, un par de encuestas periodísticas confirmaban la visión profética y ungían al PP como ganador de unas elecciones que se celebrasen hoy. No es que sea una gran victoria comparable a la de Díaz Ayuso, pero justifica el entusiasmo de Casado. Hace nada, en los barómetros del CIS el PSOE le sacaba una diferencia de once puntos y ahora se está produciendo el ansiado sorpasso. Como es la primera vez que le ocurre, toda esperanza es posible. Lo menos que puede hacer es pregonarlo y convertirlo en argumento básico de su propaganda política. Como decimos en la tierra, a baixar sempre hai tempo. Exactamente dos años y medio, que es lo que falta en teoría para la celebración de las elecciones generales.

En dos años y medio, treinta meses, puede pasar literalmente todo. Entre otras cosas, ocurrirá que en el 2023 habrá unas elecciones municipales y autonómicas que aumentarán el optimismo de las derechas o lo volverán a destrozar. Ocurrirá que los fondos europeos habrán llegado en trascendental cuantía y sabremos si nos liberan de la angustiosa crisis económica. Sabremos cómo evolucionó la cuestión catalana y la relación con los independentistas, que es, en el fondo, algo que se castigó también en las urnas de Madrid. Habrá que ver si Ciudadanos termina de desintegrarse en el PP y cómo evoluciona Vox, que tantos votos le quita. Y lo más influyente de todo: habrá más tiempo para hacer una valoración del propio Casado y de la confianza que inspira a la ciudadanía. Añado en este punto que esa confianza, según el CIS, es todavía menor que la que suscita Pedro Sánchez, aunque no debería ser difícil superarla.

Quiero decir con todo esto que aventurar un cambio de ciclo es todavía más deseo que realidad. Pero Pablo Casado hace muy bien en anunciarlo: o lo dice él o no lo dirá nadie. Y además, visto cómo se esconde Pedro Sánchez y cómo trasciende un ambiente de desolación en el PSOE, tonto sería si no lo supiera aprovechar. Puede ser un espejismo, pero nunca lo tuvo mejor.