«Irresponsables»: por qué actúan así

Pilar Conde, psicóloga PUNTO DE VISTA

OPINIÓN

Varios jóvenes reunidos y en ambiente festivo, en una calle de Barcelona
Varios jóvenes reunidos y en ambiente festivo, en una calle de Barcelona Lorena Sopêna i Lòpez | europa press

11 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Botellones, celebraciones masivas y fiestas privadas en pisos y terrazas. Así daba comienzo en algunas ciudades españolas el fin del estado de alarma, ante la mirada entre preocupada y atónita de los profesionales de la sanidad y del resto de la ciudadanía que durante todo el estado de alarma han respetado las medidas de seguridad. Grupos de adolescentes jóvenes, y también de algunas personas ya entradas en edad, han ignorado, pues, el repetido mensaje institucional de que el fin del estado de alarma no coincide con el término de la pandemia. A estos y a muchos otros, durante los dieciocho meses que han durado las restricciones impuestas por este estado excepcional se les viene denominando con el apelativo de «irresponsables». No es infrecuente ver sus actitudes en los medios, ni ver preguntas sobre a qué se deben estas conductas.

Tras ellas no parece esconderse una causa única, muy al contrario. De un lado, la etapa vital en la que se encuentran estas personas determinará, a su vez, sus necesidades a satisfacer. Los jóvenes, a quienes más se relaciona con este tipo de conductas, se encuentran en una fase que se caracteriza por su necesidad de pertenencia al grupo. El disfrute y la asunción de riesgos son esenciales para ellos, y en el momento actual se ven privados de estos alicientes. Los jóvenes han percibido que estas necesidades no se han tenido en cuenta y no se les ha planteado opciones de ocio seguro, lo que ha llevado a que la adherencia a dichas medidas de seguridad tampoco haya sido la adecuada para la convivencia en comunidad.

Por otro lado, estas conductas pueden sostenerse en la incongruencia que observan en su entorno al comparar distintas normas relacionadas con el covid-19. Si, por ejemplo, compañeros de clase se encuentran durante toda la jornada escolar en la misma aula bajo un protocolo de seguridad, puede parecer lógico que piensen que al quedar con ellos fuera de clase, en grupo, con las mismas o parecidas medias de protección, se asuma el mismo riesgo. 

 En general, incluyendo aquí a los adultos, pesa el cansancio que todos estos meses de cambios en las prohibiciones y restricciones han producido en la población. Cansancio y también apatía, por lo que, a veces, pensando en el propio bienestar personal y bajo la influencia de un deseo de evasión y de diversión, se acepta asumir ciertos riesgos.

Otra razón a la que se pueden atribuir conductas irresponsables son las creencias tipo «si me contagio es porque así tiene que ser» o «a los jóvenes no los mata el virus». Por supuesto, existen comportamientos centrados en el propio bienestar y que no empatizan con el riesgo de las personas con especial vulnerabilidad frente al covid-19.

Resulta previsible que se repitan estas actitudes y es muy importante no dejarse llevar por las sensaciones que nos producen las imágenes de personas incumpliendo las normas. Invirtamos nuestro orden de atención, dándole prioridad a las actitudes a imitar, a quienes dan ejemplo, y centrándonos en el bienestar personal que nos proporciona ayudar, con nuestro comportamiento, a poner freno a la pandemia. La sanción, la crítica para la modificación del comportamiento a corto plazo, puede ser efectiva, pero no genera un cambio interno de actitud, por lo que el abogar por conductas y actitudes de referencia, de heroísmo, tiene mayor probabilidad de generar un cambio significativo. Cambiar el foco de atención no solo ayudará a quien lo haga a transitar mejor por los meses que quedan de pandemia, sino que contribuirá a crear un mejor clima en comunidad.