Siete años. Es el tiempo que les ha llevado a los llamados nuevos partidos que marcaron en los últimos años la política nacional para nacer, crecer, triunfar y morir. Ciudadanos y Podemos irrumpieron de forma tímida pero sorprendente en el 2014 en Europa, cosecharon un éxito explosivo en las generales del 2015 y enfilaron el declive en las segundas elecciones generales del 2019, declive que no consiguieron revertir en verano del 2020 ni en Galicia ni en el País Vasco, y que tuvo ayer su confirmación definitiva con la desaparición de Cs de la Asamblea de Madrid y el anuncio de Pablo Iglesias de que abandona la política tras los malos resultados.
Siete años en los que pasaron de estar a punto de «asaltar los cielos» a la irrelevancia; en los que les sobró el tiempo para ilusionar con ideas que parecían frescas pero acabaron defraudando a los suyos con modos y maneras calcados de los viejos partidos. Pero sobre todo, ideologías al margen, ambos tuvieron la oportunidad de pactar para entrar en el Gobierno (Podemos en el 2015 y Ciudadanos en el 2019), de poner en marcha esas ideas que defendían con tanto ahínco para mejorar el bienestar de todos los españoles, pero prefirieron apostar por la carrera política de sus líderes, Pablo Iglesias y Albert Rivera, y dar el sorpasso. Solo se subieron al Ejecutivo cuando agonizaban (Podemos).
Ambos tienen sucesor, Más Madrid-Más País por la izquierda y Vox por la derecha, el primero surgido en el 2019 y el segundo con algo más de trayectoria pero sin peso significativo hasta hace dos años. Habrá que ver si aprenden o la historia se repite. Solo un apunte. Tras varias citas creciendo de forma espectacular, ayer Vox se frenó.