Una tecnología de utilidad general

Julio Sánchez Agrelo y Edita de Lorenzo Rodríguez

OPINIÓN

02 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La Inteligencia Artificial (IA) combina tecnologías para dotar a una máquina de habilidades similares a las de un ser humano como son el razonamiento, el aprendizaje, la creatividad y dotarla de capacidades para gestionar y planificar. La Comisión Europea, con esta definición, destaca el papel de la IA en la transformación de la sociedad y la sitúa como una prioridad de la Unión Europea.

Puede parecernos lejano y ambicioso pero la IA está presente en nuestro día a día desde hace años. Convivimos con la detección facial en los dispositivos móviles, utilizamos los asistentes virtuales (Alexa, Siri, Cortana) además de aplicaciones que facilitan las traducciones, vemos publicidad personalizada, y trabajamos con motores de búsqueda de todo tipo y disfrutamos de ayudas en la conducción de vehículos sin que sean completamente autónomos. La IA es transversal y está presente en todos los sectores: financiero, de educación, comercial, sanitario, agrícola, en logística y transporte, relacionado con el clima y el medio ambiente, la salud, etcétera.

La IA es un factor de progreso, que los economistas llaman «tecnología de utilidad general», por la revolución asociada, como fueron la electricidad, el motor de combustión o los transistores. La IA está modificando nuestra forma de vivir y de trabajar, de manera directa, e indirectamente producirá la innovación que de ella se deriva. El auge de la IA es imparable y hay informes de mercado que pronostican que la inversión mundial podría alcanzar los 35.000 millones en 2023. El auge en inversión privada y gubernamental es real y solamente en EE.UU. el número de start ups de IA se ha multiplicado por 20 en cuatro años.

España ha creado su propia Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial, presentada a finales del 2020 anunciando que destinará una inversión de 600 millones de euros en el bienio 2021-22 a medidas relacionadas con la IA. Recientemente, el estudio realizado por PWC e IBM, La realidad y las perspectivas de la IA en España, incluye los 12 sectores en los que la IA tendrá un mayor impacto a corto y medio plazo y sitúa como primero al de las telecomunicaciones.

La formación necesaria para la IA requiere conocimientos relacionados con software y algoritmos que utilizan los asistentes virtuales, los motores de búsqueda o los sistemas de reconocimiento de voz y rostro, así como en el análisis de imágenes, por ejemplo. La IA trabaja con datos, que requieren de sensores instalados en robots, drones, vehículos autónomos o en aplicaciones del Internet de las Cosas, con las adecuadas redes de comunicaciones. Los citados conocimientos y tecnologías forman parte de las competencias que se cubren desde la titulación universitaria habilitante para el ejercicio de la ingeniería de telecomunicación.

En Galicia, residen y trabajan casi mil ingenieros de Telecomunicación, y la Escuela de Ingeniería de Telecomunicación ha titulado desde su creación en 1985 a cuatro mil profesionales, dispuestos a ser protagonistas en esta nueva e imparable revolución.