Líderes políticos en horas bajas

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

E. Parra. POOL

31 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando se cumplió un año del comienzo de la pandemia, la empresa Metroscopia, a cuyos estudios me suelo referir con alguna frecuencia, efectuó una encuesta sobre la valoración de los líderes políticos españoles y su resultado es preocupante. Pedro Sánchez era aprobado hace un año por la mitad de la ciudadanía, el 50 por ciento, y en este mes de marzo pierde 15 puntos de aceptación y se queda en un 35 por ciento. La segunda puntuación es para Inés Arrimadas, que también sufre una gran caída y es aprobada por el 25 por ciento. Pablo Casado experimenta una ligera subida, pero no logra superar el 22 por ciento, empatado con Santiago Abascal, que es el único que registra una subida apreciable. Y en el último puesto se sitúa Pablo Iglesias, también con un serio descenso y un 18 por ciento de aprobación. El resumen del estudio se titula, con toda lógica, Líderes en horas bajas.

Esta bajísima valoración es coincidente con uno de los datos más conocidos de los barómetros del CIS: el que sistemáticamente sitúa a nuestra clase política como el tercero de los grandes problemas nacionales. Hay, por lo tanto, una crisis de los partidos y una crisis de sus dirigentes que, sumadas, son una parte básica de la llamada crisis institucional. Quizá sea un reflejo del ya viejo grito de los indignados: «No nos representan». Quien más se benefició de esa desconfianza en la representación ha sido precisamente Pablo Iglesias, que ayer abandonó el Gobierno, aunque no la política, y se puede considerar la primera víctima de ese estado de insatisfacción social.

Quizá el descenso más lógico sea el de Pedro Sánchez, que sufre el desgaste del gobernante que tuvo que afrontar la pandemia y la recesión económica justo en el período evaluado por Metroscopia. Resulta también comprensible el bajón de Inés Arrimadas, por las dificultades y asedios sufridos por Ciudadanos, con efectos ya vistos en las elecciones de Galicia, el País Vasco y Cataluña. Tengo mayores dificultades para explicar el desplome tan pronunciado de Pablo Iglesias y soy partidario de esperar a las urnas de Madrid para ver si los votos confirman lo dicho en una encuesta. Y hay un serio motivo de preocupación para Pablo Casado, aunque registre una levísima recuperación, porque el único líder que parece beneficiarse del desgaste de Pedro Sánchez es Santiago Abascal, que es quien le está mordiendo votos, como se acaba de demostrar en Cataluña. En las urnas de Madrid veremos también si su aprobación se refiere solo a su persona o beneficia también a su partido.

En todo caso, y con las limitaciones de análisis de un trabajo demoscópico, cuando los índices de aprobación de los líderes son tan bajos es que tenemos un problema. Y ese problema se llama confianza. Si la sociedad no tiene en quién confiar, el diagnóstico es que el sistema político está enfermo. Y de inquietante gravedad.