Soy enferma y tengo un problema de salud mental

Cartas al director
Cartas al director CARTAS AL DIRECTOR

OPINIÓN

MARCOS MÍGUEZ

28 mar 2021 . Actualizado a las 13:41 h.

Salud mental: los que nos tienen que defender se mofan de nosotros

Hace unos días en el Congreso alguien de la bancada del PP increpó a Errejón que defendía la salud mental con un: «Vete al médico». Eso es algo que ha llegado a todo el mundo. La gran mayoría de las personas lo considera vergonzoso y mucho más los que sufrimos trastornos psicológicos, ya que llevamos indefensos durante años. El sistema público de salud mental es absolutamente lamentable en España. Nos tratan como si no existiera un colectivo que sufre enormemente y que está en condiciones lamentables; con citas cada dos meses, con profesionales que no son especialistas en el tema que tratan... Muchos de los enfermos acaban suicidándose cuando ya no pueden más. Sí, como si no existiéramos, pero existimos. Ahora con la pandemia el número de personas que necesita ayuda psicológica ha aumentado enormemente, pero los psicólogos son los mismos. De esta manera acabamos medicados por el médico de cabecera, que es quien se debe hacer cargo, porque los psiquiatras y psicólogos están desbordados. Y la receta, en este caso, es la medicación. Quisiera dar un golpe de atención a la autoridad competente. Somos personas como vosotros; solo tenemos un problema y deberían buscar soluciones, porque cuando se trata de un problema físico hay especialistas de todo tipo y no faltan atenciones. Esta es mi reivindicación. Por mi y mis compañeros de Amtaes (Asociación de Ayuda Mutua de Trastornos de Ansiedad), una organización a nivel nacional. Nos hemos tenido que buscar la vida para defendernos y para salir adelante ayudándonos entre nosotros. Es el camino para todas las personas que sufren un problema psicológico y que están olvidados por el sistema. Judith Vela.

La gran carrera

Vaya carrerón hacen en poco tiempo nuestros jóvenes representantes políticos. Ya puede usted deslomarse a trabajar toda una vida, cotizando 30, 40 o más años, haciendo malabares para criar a los hijos, ayudar a la familia a salir adelante o comprar vivienda después de pagar la hipoteca. Un político listo y avispado trabaja de otro modo y en mucho menos tiempo consigue mucho más. Nunca se corrió tanto para no ir a ninguna parte. Esta menguante reflexión social es muy bien aprovechada por algunos de nuestros representantes que se suben el sueldo sin inmutarse para luego ir repartiendo magnánimamente y según dónde y a quién, los bienes públicos, ya vengan de los impuestos de todos o de Europa. Pesar de todo, aún es preciso creer en el futuro, un acto de fe tan difícil como necesario en todos los tiempos. Y en estos, mucho más. M. J. Vilasuso. As Pontes.