El día 1 d.p.i. (después de Pablo Iglesias), el mismo en el que Toni Cantó —y ya van tres cantadas, UPyD, Cs y ahora, mire usted, de independiente, ejem, en el PP— la portavoz del Gobierno pareció arrancarse por bulerías en el Congreso de los Diputados. He aquí un detalle de su actuación. María Jesús Montero, ministra de verbo barroco y circunloquio infinito, le da a las palmas y hace que canta, quién sabe si para celebrar el gambito de testosterona puesto en práctica por Pablo Iglesias, o la campaña de elecciones y mociones estrepitosas en plena pandemia. Por si había dudas de que Gobierno y oposición van por un lado y las penurias de los ciudadanos por otro, he aquí la prueba de que para los administrados lo que hay es, sobre todo, ajo y agua. Renquean las vacunas y renquean las ayudas, pero en el escenario de la soberanía popular los que tienen que arreglar todo esto se ponen flamencos. Según la definición de la Real Academia, perdón: se ponen chulos e insolentes.