Hubo un tiempo en el que medio mundo asistía entusiasmado a la emisión de telenovelas que se prolongaban durante años. Histórico es el caso de Simplemente María, con 435 capítulos, aunque nada que ver con Guiding Light, de la CBS, de la que se emitieron 15.700 episodios a lo largo de 72 años. Aquí vamos ya por 389 y 21 temporadas de Cuéntame cómo pasó. Y lo que nos espera.
Algo así es lo que puede ocurrir con el desenlace de los procesos de extradición de los líderes catalanes de la revolución de los señoritos. Porque la retirada, conocida ayer, de la inmunidad por parte del Parlamento Europeo no abre más puertas de las que ya estaban abiertas. La decisión adoptada por amplia mayoría, en los casos de Puigdemont, Comín y Ponsatí, no entraña una resolución inmediata de la situación de los escapados, que podrán seguir vagabundeando por Europa.
Eso sí, sin este paso no podrían darse otros posteriores, en el caso de que se puedan dar, pero por sí solo no tiene mayor validez. La justicia belga decidirá ahora sobre el futuro de los huidos, pero no hay que hacerse ilusiones porque ya en repetidas ocasiones, a lo largo de los últimos tres años, rechazó las peticiones españolas de entrega. Pero aún hay más. Si los afectados recurren al Tribunal de Justicia de la UE, como ya anunciaron que harán, nuevamente se paralizará el proceso y la justicia belga no podrá decidir si aprueba o no la entrega de los escapados.
Así que estamos ante una telenovela, esta de tintes grotescos, en la que el argumento se enreda y retuerce hasta lo inimaginable, pero siempre alejado de la solución final. Parece como si hubiésemos regresado al pasado. Y, como con Cuéntame, dentro de 21 años seguiremos dándole vueltas a si a Puchi hay que darle categoría de exiliado, como Machado, o de golfante errante.