Poligamia, antropología cultural y derecho

I. Bermúdez de Castro PASOS SIN HUELLAS

OPINIÓN

Jorge Torres

10 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Días atrás conversaba con un conocido recién regresado de un viaje por el África subsahariana. Venía escandalizado de determinadas situaciones que allí observó. Una de las que más le llamó la atención fue que determinados varones, normalmente los más pudientes económicamente, fuesen polígamos. Le hablé del relativismo cultural frente al etnocentrismo. El primero considera que todas las culturas tendrían igual valor y ninguna sería superior a otras, pues todos los valores son considerados relativos. Por otra parte, el etnocentrismo es la actitud del grupo, raza o sociedad que presupone su superioridad sobre los demás y hace de la cultura propia el criterio exclusivo para interpretar y valorar la cultura y los comportamientos de esos otros grupos, razas o sociedades. Lo convencí, o eso creo, de que no podemos creernos el ombligo del mundo y que tenemos que asumir, nos guste o no, que en otras zonas geográficas del planeta determinadas situaciones son muy diferentes. La cultura occidental no admite la poligamia (un varón casado con varias mujeres), ni la mucho más infrecuente poliandria (una mujer casada con varios hombres). Es más, en nuestro Código Penal, en su artículo 217, se recoge que «el que contrajere segundo o ulterior matrimonio, a sabiendas de que subsiste legalmente el anterior, será castigado con la pena de prisión de seis meses a un año». Pero por mucho que nos disgusten estas costumbres y nos pueda apestar la poligamia al más rancio de los machismos, eso lo estudia una ciencia tan sesuda y rigurosa como la antropología social y cultural. Y si lo estudia es porque existe.