La teoría del abre-cierra económico

OPINIÓN

María Pedreda

18 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La recuperación económica será parcial y desigual afirmó Kristalina Georgieva, directora-gerente del FMI, cuando le preguntaron por las expectativas de futuro. Aunque su mensaje fue relativamente optimista, es obvio que dejó muchas dudas. Sobre todo cuando apostilló que «las vacunas son maravillosas, pero no son mágicas». De cara al futuro, las acciones a plantear combinan actuaciones de índole sanitario, de ámbito económico y de enfoque medioambiental. Dichos juegos de fuerzas y de apuestas están provocando un aumento del desánimo del empresariado, una confusión en el ciudadano, una incertidumbre en el trabajador y una falta de claridad global. La prueba más evidente la tenemos en lo que se podría definir como la teoría del abre-cierra económica (ACE) que se está popularizando en nuestra tierra. Hasta el momento, los manuales solo contemplaban la existencia de los ciclos; esto es, oscilaciones más o menos intensas y duraderas de las principales magnitudes económicas (producción, empleo, saldos comerciales, deuda) generadas por shocks externos o de naturaleza interna. Ante ellos siempre hemos sabido reaccionar y, por lo tanto, plantear soluciones y alternativas.

Ahora, en un nuevo escenario, quizás más complejo e incierto, convendría tener el convencimiento de poder superarlo a través de grandes reformas y decisiones. Lo no recomendable es sostener actitudes y conductas que se interrumpen permanentemente, cuyas manifestaciones más claras son las conminaciones a cerrar establecimientos, dejarlos abrir al cabo de unos días, y vuelta a cerrarlos después. Estas dinámicas rompen las tendencias, alteran los planes de empresas y, sobre todo, impiden la puesta en marcha de lo que denomina la «estrategia de los océanos azules» o el potenciamiento de elementos tractores innovadores.

Los profesores del management americano, Kim y Mauborgne, lo escribieron de manera muy clara. Las estrategias a desarrollar consisten en explorar sectores alternativos (ofreciendo algo nuevo); explorar las estrategias de cada sector (factores de decisión); explorar la cadenas de compradores (desafiar a los objetivos); explorar los productos y servicios complementarios, y explorar el atractivo funcional y emocional. Como se puede comprender, si se mantienen las políticas y actitudes del abre-cierre económico (ACE) no podemos asumir el convencimiento y las opciones de emprender de manera sostenida, ni enfocar las nuevas estrategias. O sea, estamos cerrando las oportunidades de futuro, cuando no las del presente.

La actual situación derivada del covid-19 y los efectos que genera van a tardar mucho tiempo en ser borrados y olvidados. Sus cicatrices serán muy profundas y dejarán marca. Por eso, las medidas a aplicar en el presente requieren de otras dosis y vacunas económicas. Hay que actuar de manera sincronizada entre la política sanitaria y el apuntalamiento de la economía. Porque si no lo hacemos, los errores (y con ellos, las repercusiones) van a ser muy (o demasiado) elevados. Las deudas para el futuro serán una pesada losa para las siguientes generaciones y generaremos, sin duda alguna, una menor capacidad de resiliencia ante nuevos eventos.