Amodiño, sin «ayusadas»

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

María Pedreda

16 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Toca seguir sentados en el medio de la escalera. Ni subir ni bajar. Solo apretar los dientes y sufrir. Practicar el bruxismo melancólico sin morderse la lengua. Toca la mirada mansa y sabia de nuestro millón de vacas, las mejores filósofas. Hay mejoría, pero no es suficiente, sentenció Feijoo, al que también se le intuye la fatiga de las malas noticias.

No se abre la mano. Solo algún retoque. El comercio, y poco más. El comité clínico es el Politburó de nuestra salud. Ellos manejan las cifras mejor que nadie. No es un comité cínico, como les llaman los resentidos. Es duro lo que piden y son los primeros en saberlo. La experiencia nos señala un camino cuesta arriba. Poco a poco.

Toca sentidiño y toca aplicarlo amodiño. Tenemos que hacerlo así por los que se han ido, por las montañas de sufrimiento que llevamos encima. Daño físico, daño moral. Daño irreparable, con esos seres queridos que se nos irán borrando en el recuerdo. El olvido que seremos.

Tenemos que hacerlo bien por las familias que han sufrido las tragedias de la pérdida, por las familias que están sufriendo las tragedias del paro y las colas del hambre. Por los sanitarios que no se pueden creer la situación en la que se han visto de nuevo. La crisis de la que apenas llegaron a librarse. Pensemos en esas manos que se han cansado de intubar en las ucis. Ellos no quieren cuarta ola, quinta ola.

No queremos salir otra vez en falso para sufrir el retroceso del disparo en los fociños. Para tragarnos la nueva normalidad de mentira. Tenemos la experiencia de que las prisas son malas consejeras. Nos conducen a las ambulancias, a los hospitales, a los cementerios.

El escenario es el que hay. La experiencia dice que, al bajar la interacción social, descienden los contagios. Es la única certeza que asoma. Poca cosa cuando no hay lo que llevarse a la boca. El próximo lunes se volverá a revisar todo. Los hosteleros, nuestros psicólogos de barra, necesitan abir. Y lo harán con todas las garantías. No nos podemos permitir, no se pueden permitir, abrir para volver a cerrar. Este carrusel absurdo de pasos adelante y pasos atrás no es bueno para el sector. Conduce a la pobreza.

¿Por qué los expertos nos piden más cuando solo tenemos cansancio que darles? Porque Galicia es uno de las comunidades españolas que menos inmunidad de grupo tiene. En Madrid, el veinte por ciento, ya sabe lo que es el virus. En nuestra tierra, apenas pasa del cuatro por ciento. También porque ya sangramos por la puñalada que se veía venir: la cepa británica es predominante entre nosotros. Y la salida de las vacunas es aún una mentira gigantesca. No hay vacunas. No las hay.

Toca mirar hacia la línea del horizonte. Observar a los caracoles sin pensar en que van a descarrilar. Frenar nuestra mente ya desparramada y esperar a que las vacunas, las de verdad, las que algún día tendremos puestas en los brazos, nos libren de esta. Mientras, amodiño. Paseniño, paseniño. Sin ayusadas.