No salvemos la Semana Santa

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Marta Fernández Jara | Europa Press

10 feb 2021 . Actualizado a las 13:30 h.

Es incompatible con el número de muertos que seguimos contando cada día que la ministra de Turismo, Reyes Maroto, y la ministra de Sanidad en prácticas, Carolina Darias, hayan sugerido que, si se dan las condiciones, se podrán reiniciar los viajes a finales de marzo en un intento desesperado de salvar la Semana Santa. Es intolerable. Debería ser hasta punible que un responsable público aliente a la sociedad con promesas absurdas, con esperanzas vanas que nos llevarían a una catastrófica cuarta o quinta ola.

La única tarea es salir de la pandemia con restricciones serias, con ayudas que no sean limosnas para los sectores dañados y con un plan de vacunación realista y efectivo. Ansiamos vacunas y no anuncios de vacunas. Anuncios, mera propaganda, es lo que no paramos de presenciar por culpa de quienes están al mando.

Los incumplidores e irresponsables no necesitan que se les abran puertas. Ni que se les invite a salir por una ventana, porque se tiran con sus familias. Lo acabamos de vivir en Navidades y todavía estamos, perplejos, pagando una dramática factura en abuelos, en madres, en hijos, en amigos. No les den alas a los que no saben volar. Ni responsabilidad a quienes no entienden que la salud es lo que importa. No podemos frenar y acelerar otra vez hacia el abismo. Sería como regar el hartazgo.

El popular Entroido está aquí y no debe ser oportunidad para aventureros sin escrúpulos. El Estado tiene que utilizar su poder coercitivo para castigar a los que hacen gala de que las normas no van con ellos. Los hay que celebran bodas y exponen, impunes, sus imágenes en las redes sociales. Hasta que ellos o alguien cercano a ellos están intubados en un hospital. Aún hoy vemos por la calle a demasiada gente sin la mascarilla convenientemente calada amenazando a personas de riesgo. Cómo se puede hablar en estas circunstancias de la Semana Santa. Deberían ejercer con probidad su cargo público, pero en realidad son una carga pública para todos. Buscan con su temeridad que la cadena de contagios no se rompa nunca. Quieren que nos olvidemos de lo que era tener una vida normal. Cada paso atrás que damos como cangrejos es un paso firme hacia ese olvido.

Nadie, ni las empresas ni los negocios afectados, desea un poco de libertad ficticia, como pasó en Navidad, para despertar en la misma pesadilla. El turismo es un motor de la economía española, pero solo si se hacen bien las cosas. Las empresas, los negocios y los trabajadores a estas alturas del terror necesitan apoyos sólidos para no terminar de hundirse. Un poco de pan en Semana Santa es sentencia de hambre. Nos llevaría a utilizar una retroexcavadora con la pala más grande.

El hombre es un animal que tropieza dos veces en la misma piedra. El político lo hace tres veces. Y el irresponsable que no cumple las medidas de seguridad, cuatro. No entonen cantos de sirena cuando los que todavía tenemos los pies sobre la tierra, y no dentro de ella, sabemos que las únicas sirenas que se escuchan son las de las ambulancias trasladando a enfermos por el virus. No salven la puntita del carnaval ni media Semana Santa. Salven vidas.