Debate: ¿Considera un disparate las cifras que se manejan en el contrato de Messi?

La filtración de los 555 millones que el Barcelona pagó a Messi por cuatro años ha provocado numerosas críticas. Para un país en crisis y un club en bancarrota, el salario del mejor jugador de fútbol del mundo es una obscenidad

Las estratosféricas cifras que se manejan en el contrato de Lionel Messi han levantado una polvareda mundial. Mientras algunos consideran que no es culpa del jugador, e incluso que este genera más dinero del que cuesta al Fútbol Club Barcelona, otras voces estiman que es un agravio comparativo en estos tiempos de pandemia, en el que muchos trabajadores, investigadores y sanitarios están mal pagados y poco reconocidos.


Lo que arruina al Barça no es Lionel Messi

Situar el contrato multimillonario de Messi como causa de la ruina del Barça no se sostiene con un análisis riguroso. Habría que restar a esos 555 millones las frías cifras de los ingresos que el argentino reporta a la entidad en publicidad, eventos deportivos, etcétera; las cifras más calientes, pero intangibles, como los títulos, los seguidores que su presencia arrastra; e, incluso, el valor añadido que su figura da al fútbol español, y este, a las teles; y estas, al deporte...

Lo que arruina al Barça hay que empezar a analizarlo en tiempo pasado, porque la quiebra no solo puede ser económica, sino también institucional e incluso sentimental. Empezó con la presidencia de Sandro Rosell que heredó Josep María Bartomeu en el 2014, y su empeño enfermizo de vilipendiar a aquel holandés de infausto recuerdo para ellos, Johan Cruyff, a pesar de que dio sentido y muchos títulos a una entidad históricamente llorona que miraba lejos de Arístide Maillol para justificar sus fracasos, y sus lágrimas le impedían ver la solución en casa: los Puyol, Guardiola, Xavi, Busquets, Iniesta... y ese tal Messi.

Lo que arruina al Barça, en lo institucional, se consumó con el papanatismo de unos ya ex dirigentes tan malos, tan malos, que ni siquiera salieron bien parados tratando de hacer un guiño al separatismo con aquel bochornoso pronunciamiento que enfadó a todos los culés de fuera de Cataluña y a los propios impulsores de la independencia.

Lo que arruina al Barça, en lo económico, es que durante la vigencia de ese contrato del mejor jugador de la historia se gastara en fichajes fracasados cantidades sonrojantes que en su conjunto superan ampliamente los escandalosos 555 millones, o dejase marchar gratis a figuras como Xavi, Iniesta o Luis Suárez.

Lo que también arruina al Barça es lo mismo que arruina a la hostelería, al comercio, a miles de empresas y ciudadanos: la pandemia, que ha cercenado los ingresos del club por muchos conceptos, entre ellos el estadio vacío, con lo que supone de merma no solo en taquillas sino en visitas al museo, ventas en la botiga, visitas guiadas a las instalaciones...

El contrato de Messi va en la línea obscena de las desorbitadas remuneraciones de los futbolistas, en las que todos los futboleros tenemos nuestra alícuota de culpa, pero si restamos a esos 555 millones los conceptos indicados, probablemente acabemos dándole la vuelta a la conclusión de cuál es la ruina del Barça, porque el argentino es hoy el principal activo del club, en lo futbolístico y en lo económico.

Autor José Ramón Ares Periodista

Las estrellas de verdad son otras y no están reconocidas

La publicación de la cantidad que, por contrato, cobra Messi por cuatro años en el Barça ha hecho correr, estos últimos días, ríos de tinta en prensa especializada o no. Son 555 millones de euros, que se dicen y se escriben muy rápido, pero si se piensa, y más en el contexto en el que vivimos de pandemia sanitaria y profunda crisis económica y social, es algo totalmente irreal.

Evidentemente siempre habrá quién lo justifique, el fútbol es uno de los deportes más populares y los clubes son empresas que generan ingresos y beneficios y esos ingresos dependen de las estrellas que fichen, cuya popularidad va más allá de las fronteras de un país y, en el caso de Messi, puede darse hasta la paradoja de que puedan conocer a España en países muy alejados por una figura futbolística más que por otras bondades que tenemos y de las que podemos presumir.

Sí, mercado, estrellas, espectáculo son palabras que se utilizan para justificar estos sueldos, pero recordemos que en el país capitalista por excelencia, Estados Unidos, los salarios que cobran los jugadores de la NBA están limitados, con topes máximos, y con un reparto entre clubes que dependen de los ingresos de la liga, y con convenios laborales.

Y tampoco dejemos de lado que estrellas, las de verdad, son otras, desde los trabajadores de los supermercados, que no dejaron (ni dejan) de trabajar, incluso sin suficiente protección (antes de la llegada de las mascarillas), pasando por los autónomos que día a día están luchando por mantener sus negocios a flote, tema complicado por las restricciones sanitarias que se deben aplicar y que deben ser apoyados por todas las administraciones; y, por supuesto, nuestros sanitarios, que siguen dándolo todo para atendernos cuando enfermamos, por covid o por las dolencias de toda la vida que nos hacen ir a un hospital.

Y, por supuesto, todos los científicos que están trabajando, desde muchas vertientes, la sanitaria, sí, y otras (análisis de la evolución o impacto económico de la pandemia), muchos con sueldos muy reducidos, con alta inestabilidad laboral, muchas veces haciendo trabajos sin remunerar, sin cobrar horas extra, sin ningún tipo de prima por sus aportaciones a la sociedad.

Por eso, algunos salarios son, por lo menos, excesivos, y lo que se revela es que lo verdaderamente importante no está suficientemente reconocido y que, en momentos duros, los sacrificios deberían ser compartidos.

Autor Maite Cancelo Profesora de Econometría de la USC
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