CRUZCAMPO

25 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Enciendes la televisión y de pronto, esa voz y esa cara que había dejado de acompañarte cuando todavía no había terminado tu infancia. Pero ni está cantando, ni hablando de que cada español ponga una peseta en las arcas. Ni siquiera está pidiendo que si la quieren, que se vayan. Esa voz y esa cara. Ese acento reivindicando los acentos y recordándonos que jamas hay que avergonzarse de la propia casa.

Por si no era suficiente con preocuparse de cómo los algoritmos saben lo que vas a elegir incluso antes de que lo hagas y tus datos se hayan convertido en una mercancía valiosísima que vendes sin leer los términos y condiciones de uso (aunque siempre mientas en el proceso de registro marcando un sí a la pregunta de si eres consciente de lo que regalas). Ahora perturba un poco que hayamos llegado a ese punto que hasta hace poco quedaba en el terreno de la fantasía sobre el futuro lejano al que acabamos llegando en apenas nada. La tecnología es capaz de traer de nuevo a los que se habían ido y tanto recupera a la Faraona para un comercial como insufla vida a Leia en la última entrega de La Guerra de las Galaxias. Quizá la ciencia ficción no iba tan desencaminada y a lo que llamó replicantes sean en realidad reconstrucciones tan realistas de personas, vivas o muertas. El algoritmo otra vez. Y ahora ni siquiera podemos creer la mitad de lo que sale en la pantalla.