Economía española: con pies de barro

OPINIÓN

Altea Tejido | Efe

19 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Siempre que se habla de la economía española se alude a su escasa productividad como una de sus principales debilidades. ¿Es correcta esta apreciación? Para facilitar las cosas al lector podemos referirnos a la productividad por puesto de trabajo equivalente a tiempo completo, que no es sino la cantidad de bienes y/o servicios producida por trabajador. Así, la evolución de la productividad se puede aproximar a través del cociente entre el PIB real -es decir, el valor a precios constantes de la producción obtenida- y la cantidad de personas que trabajan a tiempo completo.

De acuerdo con esta medida y atendiendo a los datos del INE, en el período que va del año 2010 al año 2013 la productividad de la economía española aumentó a una tasa de entre el 1,8 % y el 2,7 % en cada ejercicio. Sin duda, una evolución positiva que coincidió con los años en los que la Gran Recesión desencadenada en el 2008 provocó la mayor destrucción de empleo. Luego, desde el año 2014, la productividad se ha mantenido prácticamente estancada, año tras año. Para ser exactos, los sucesivos incrementos anuales no han superado el 0,3 % en ningún caso y, de hecho, se han limitado a un escuálido 0,1 % desde el año 2016 en adelante. Justo, cuando la generación de empleo fue más significativa.

De este comportamiento cabe deducir que la economía española solo consigue ganancias de productividad por la vía del denominador, es decir, cuando se producen fuertes incrementos del paro. Por el contrario, no es capaz de mejorar dicha productividad mediante mejoras en el numerador, esto es, aumentos del PIB real. Dicho de otra forma, la productividad crece cuando la economía se hunde y no cuando se expande. Parece un sinsentido y, sin embargo, no lo es si tenemos en cuenta que la creación de empleo, cuando tiene lugar, se produce en sectores poco dinámicos y lo que se genera es mucho trabajo temporal con escasa formación, mientras que en las épocas recesivas se destruyen muchos empleos y los que mejor resisten son los de carácter indefinido. De esta forma se entiende el comportamiento pasivo de la productividad que hemos descrito y que es contrario al que exhibe la economía de un país como, por ejemplo, Alemania. La consecuencia es que este patrón impide que España alcance los estándares de vida de los países más desarrollados.

Podemos decirlo de muchas maneras, pero mientras que en los países punteros el crecimiento está fundamentalmente ligado a la inversión de las empresas en el factor capital (maquinaria y tecnología, básicamente), en España lo está a la inversión en el factor trabajo; algo que sin duda es consecuencia del modelo productivo. Por lo tanto, la nueva recesión motivada por la pandemia de covid-19 probablemente vaya a destruir empleo de forma más acusada de lo que vaya a caer la producción. Si es así, la productividad, y con ella el motor del crecimiento económico, volverá a crecer, una vez más, de forma pasiva.