Si en España las pymes suponen el 99,8 % de las empresas, representan poco más del 62 % del Valor Añadido Bruto (VAB) y el 66 % del empleo empresarial total; y además, según la CEOE, solamente un 19 % tienen un plan de digitalización para el negocio, pronto entenderemos la gran oportunidad de transformación que se nos abre con los fondos europeos, y en concreto para acabar prioritariamente con la lacra del desempleo juvenil y con la baja productividad.
Una de las grandes palancas para realizar una adecuada transformación es la digitalización de la empresa, ya que supone innovar, haciendo más sostenible el uso de los recursos, potenciando la internalización y generando nuevos empleos de mayor valor. Ni que decir tiene que nos permite mitigar el gran problema de tamaño que tiene nuestro tejido empresarial, favoreciendo la escalabilidad del modelo de negocio.
El plan Next Generation EU proporciona los fondos para abordar el cambio necesario, cuenta con una dotación de 750.000 millones para garantizar una respuesta europea para hacer frente a las consecuencias económicas y sociales de la pandemia y financiará gastos no recurrentes que supongan un cambio estructural y tengan un impacto duradero sobre la resiliencia económica y social, la sostenibilidad, la competitividad a largo plazo y el empleo.
Pero debemos tener en cuenta en nuestro análisis que en el período del 2014 al 2020 España solo ha ejecutado el 34 % de los fondos europeos que nos corresponden; por tanto, enfocar a proyectos innovadores que transformen nuestros modelos de negocio para que en el período del 2021 al 2023 dispongamos del 100 % de los fondos asignados es fundamental. La parte que le corresponde a España estará en torno a los 72.000 millones de euros, de los cuales para la digitalización están destinados cerca del 33 %. Además, el presidente del Gobierno ha anunciado también que en los Presupuestos del 2021 el Ejecutivo adelantará 27.000 millones con el fin de acelerar la ejecución del plan, lo que supone un importante elemento financiero para el proceso.
Estamos ante una gran oportunidad de transformación profunda de la pyme, de reformular el modelo de negocio, de la digitalización para conseguir altas productividades, de fidelizar el talento para innovar y adecuarnos a la era postpandemia. Eso sí, debemos hacerlo de forma planificada, con el adecuado asesoramiento profesional y sabiendo que lo que Europa nos exige para la aportación de los fondos es un cambio estructural de nuestras compañías. Ello significa que las inversiones tendrán que ir destinadas a talento (educación, formación, salud, protección social), a capital fijo (infraestructuras, I+D+i) y a capital natural (fuentes de energía renovable natural, protección y restauración del medio ambiente, mitigación o adaptación al cambio climático). En definitiva, llegó la hora de una transformación profunda para hacer mejor nuestra economía y nuestra sociedad, con mayores tasas de bienestar, más sostenible, justa e igualitaria.