Elevación suprema del disparate

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

R.Rubio.POOL

12 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El disparate es una forma sublime, aunque no lo parezca, de pensamiento. Incluso un género literario que ha ofrecido obras eximias. Goya también ejecutó sus disparates. A mí me aterrorizan. Él, probablemente, se sentía tan horrorizado que elaboró aquellos grabados y poco después abandonó España. Es el abandono nuestro sino. Bergamín sabía de abandonos: su última voluntad fue ser enterrado en Fuenterrabía «para no dar mis huesos a tierra española». Y también sabía del disparate entendido como arte mayor. Uno de sus ensayos versa sobre tal cuestión. Su título: El disparate en la literatura española. Bergamín escribió la mejor prosa de la Generación del 27 y hay que reconocerlo aunque uno no coincida, y no coincido, con sus planteamientos ideológicos. Quizá el disparate sea también una ideología. Probablemente. A poco que contemplemos el panorama político, percibimos que mi afirmación está lejos de ser errónea.

Les cuento. Hace cuatro días el vicepresidente español escribía en la jungla de Internet: «Lo que estamos viendo en EE.UU. es el modus operandi de la ultraderecha: la mentira descarada como arma política y el intento de subversión de los mecanismos institucionales cuando no le son favorables. Frente a su violencia y sus mentiras allí y aquí: democracia y antifascismo». Es el summum del «pensamiento disparate» que hoy analizamos con frescura y menta. Lean de nuevo el mensaje de Iglesias. Olviden por un momento al sucio e impresentable Donald Trump. Reparen en los sintagmas «mentira descarada» y «subversión de los mecanismos institucionales». Me explico, el hombre que escracheaba al adversario, el que promovió aquella «acción democrática» denominada Rodea el Congreso, el que quería controlar RTVE y el CNI (decía Pedro Sánchez), el que no tiene el mínimo reparo en atacar al poder judicial o a la Constitución o la monarquía, el que calló los asaltos de los partidarios de Maduro al Parlamento venezolano, el que dijo «toca movilizarse» porque veía una alerta «antifascista» en un Estado plenamente democrático como el español, etcétera. Él podría seguir. Para qué. Solo concluyo la columna. El mensaje de Pablo Iglesias es una autodefinición. Pura mofa. Y este columnista no puede encontrar ningún paradigma mayor en torno al disparate. Es la elevación suprema del mismo. Es el reírse una y otra vez en nuestro rostro. Ellos: «El Gobierno de la gente para que nadie quede atrás». Creo que uno ya puede soportar las crisis que nos vienen y que ellos no resolverán: porque son ineficaces. Uno cree que está preparado, respecto a la política, para casi todo. Pero que se burlen de nosotros proclamando a los cuatro vientos lo contrario de lo que practican, una y otra vez, supera toda paciencia. El disparate es su ideología.