Reflexión sobre las fuerzas armadas

Juán Jesús Blanco Martínez PUNTO DE VISTA

OPINIÓN

Eduardo Parra

06 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Tiempo de crisis, de nervios, de desmesura, de añoranzas trasnochadas, campo abonado para la siembra de aquellos que están al acecho dispuestos a recoger la cosecha. ¿Pero qué cosecha? ¿ De qué vamos? ¿De pronunciamientos, de manifiestos? ¿Qué parte de la historia echan de menos? ¡Vaya con el museo de arcángeles disecados!. Otra vez los nostálgicos, los salvapatrias. Los que se sienten poseedores de la verdad, de su verdad. Esa verdad que han mimetizado y disfrazado a lo largo de su carrera.  A veces, subiendo eslabones o trepando sin importarle los otros que entendían la lealtad como decir honestamente lo que pensaban y no aquello que el jefe de turno quería escuchar.

Permítanme que emule a Sabina con algunas citas de sus letras, se prestan al escenario: «Lágrimas de hombre de las cavernas… No queremos ese amor civilizado… No queremos viajes al pasado, ni volver al mercado con ganas de llorar». Gracias a Dios, son una irrisoria minoría. Nostálgicos que se dedican a secundar trasnochadas proclamas y manifiestos y que han permanecido silentes e inmóviles cuando les tocaba abrir la boca o desplegar la pluma, por ejemplo, a favor de los derechos y en contra de la precariedad en la que desarrollan sus funciones la tropa y la marinería profesional, a cuyos miembros, por definición, se les compara con el funcionariado y son los parias de una Administración militar que mira para otro lado.

Hay algo más importante que el deseo de alcanzar el generalato o el almirantazgo, o un buen cortijo en la reserva para seguir desplegando la plenitudo potestatis: defender los derechos de los subordinados.

Años, demasiados años, han transcurrido desde la puesta en escena del ejército profesional y tan solo hubo un pequeño impulso económico con el ministro Bono. Por lo demás, una ingente cantidad de bajas psiquiátricas derivadas del derecho a la conciliación laboral y familiar.

A lo largo de toda nuestra historia, jamás se ha conseguido un Estado de bienestar como el que se ha disfrutado en los últimos cuarenta años. Y ello, gracias al consenso y a la grandeza del sistema democrático, de sus principios y valores… francamente mejorable, cierto; pero siempre desde el respeto a los principios y valores que lo inspiran.

Jamás la ciudadanía había tenido el respeto, la consideración, el cariño y la estima de las que se han hecho acreedoras las Fuerzas Armadas, unas Fuerzas Armadas al servicio del pueblo, preparadas para la guerra, pero mucho más para la paz, como se demuestra en tantas misiones nacionales e internacionales en las que participan.

¡Feliz día de la Pascua Militar!